China y Taiwán conversan de política

Por primera vez, en su larga historia de rivalidad y contradicciones, desde cuando los ejércitos de Mao Tse Tung derrotaron a los de Chiang Kai-shek en 1949, los presidentes Xi, de China, y Ma, de Taiwán, se reunieron en Singapur, el 7 de noviembre, para conversar sobre sus divergencias. La elocuencia de los gestos -sonrisas y largo apretón de manos- confirmó que el acontecimiento tenía un carácter singular e histórico. “Somos una sola familia -dijo el Presidente de China- y nuestra sangre es más espesa que el agua”, para dar a entender que las divergencias políticas no pueden afectar al idéntico origen de ambos pueblos. Xi y Ma coincidieron en apreciar la importancia de su encuentro y el chino no dudó en dar el trato de “compatriota” al taiwanés.

No hubo una agenda acordada para la reunión, aunque es obvio que, en las conversaciones, no pueden haberse dejado de lado las realidades políticas, económicas y sociales propias de la actual relación entre los dos regímenes. Así se desprende, además, de la declaración hecha por el presidente Ma, quien dijo que “ambos debemos respetar el estilo de vida que hemos escogido y comprender que llegar a esta situación de paz, dejando atrás la época de los conflictos bélicos no ha sido fácil”.

Los dos presidentes se mantuvieron inamovibles, por el momento, en cuanto a temas de soberanía, pero acordaron establecer una línea de comunicación directa entre ellos, para casos de emergencia. Xi evitó cuidadosamente cualquier acto o palabra que pudiesen ser interpretados como un cambio en su tradicional política que considera a China y a Taiwán como partes de una misma nación y un mismo Estado. Con la mayor claridad añadió que quienes propugnan la independencia de Taiwán son “el peor atentado” contra el desarrollo pacífico de las relaciones entre ambos pueblos, aludiendo probablemente a las elecciones que tendrán lugar en Taiwán a principios del año próximo, que parece favorecerían a tendencias menos conciliadoras que las propiciadas por Ma.

Más de 20 tratados ligan en la actualidad a ambos países. Atrás han quedado sus enfrentamientos bélicos, ambiente en el que disuenan las audaces iniciativas de Pekín en el mar de China. El comercio bilateral ha crecido enormemente, así como los vuelos y las visitas entre ambos países. Capitales taiwaneses han financiado muchas nuevas empresas y obras públicas en China, fortaleciendo así el contenido liberal de la política económica de Pekín.

Durante el histórico encuentro no se firmaron nuevos acuerdos ni hubo declaraciones conjuntas, pero nadie duda que la reunión tendrá repercusiones en cuanto al fortalecimiento de la relación bilateral pacífica que ahora existe entre ambos pueblos y a la evolución de la geopolítica regional, esporádicamente agitada por demostraciones de fuerza de Pekín.

jayala@elcomercio.org

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