Se pregona por los más entendidos de este Gobierno que en épocas de crisis el gasto gubernamental debe sostener el crecimiento económico y el empleo, lo que se ha denominado, contracíclico. Parece razonable. Sin embargo, en tiempos de bonanza el Gobierno también gasta a manos llenas, cierto es que existe inversión pero también dispendio, desperdicio y en no pocos casos deshonestidad.
Si en bonanza se gasta a mano llena y lo propio sucede en época de vacas flacas, ¿cuándo se actúa en el campo fiscal con sensatez y mesura? Parecería que el modelo del correísmo es viable únicamente con alto gasto, pues no se dan incentivos para inversión y crecimiento producto de emprendimientos sostenibles en el campo privado, que no sean aquellos con alta protección que en definitiva esquilman en muchos casos al consumidor.
Por allí un trasnochado propone saludarnos con Buen Vivir, asumo que con puño en alto, como si con solo decirlo se convierte en realidad.