Desde la movilización popular del 13 de agosto-2015, cuyo eje nacional fue Quito para reproducirse en provincias de todo el país, queda en evidencia que existe un arrinconamiento del correísmo.
Es que la espontánea y voluntaria presencia del pueblo, situado fuera de las organizaciones sindicales, apoyó con su presencia la convocatoria que hizo el Frente Unitario de Trabajadores (FUT). No solamente concurrieron sus militantes y adherentes, sino que fue el pueblo ecuatoriano, que antes de esta época estuvo dentro de los partidos políticos, y ahora ha retornado a los cauces naturales de la expresión pública en las calles.
Así ha sido en el 2015 y así continuará hasta mayo del 2017, en que la protesta cada vez en mayor número será la que protagonice el pueblo ecuatoriano, que está hastiado del vocerío presidencial emitido desde cualquier lugar el país, y casi nunca desde barrios y plazas de Quito. Y también está saturado del ritual sabatino, a los muchos años de haberlo convertido en misa de la poca feligresía que todavía concurre a finales del 2015. Y seguirá así el 2016, sin que se vislumbre si se hará efectiva la afirmación de que no será candidato por tercera vez, una vez que el país tiene conciencia plena, o por lo menos intuición de que se hace necesaria la alternancia en el ejercicio de la Presidencia de la República.
Viajó a París para no sentir la anunciada movilización del jueves 26-11-2015, que reeditó la protesta y ha demostrado que crece la oposición, especialmente al primer numeral de las 16 enmiendas que siendo violatorias a la Constitución, intentan ser aprobadas por la Asamblea Nacional. El texto directo, simple y corto del numeral 2 del art. 144 es: “La Presidenta o Presidente de la República permanecerá cuatro años en sus funciones y podrá ser reelecto por una sola vez”. Ya usó esta opción y el Consejo Nacional Electoral no debe inscribir otra candidatura. Solamente una Corte Constitucional, diferente a la que existe, podría dictaminar esta ilegalidad y así garantizaría la plenitud democrática que merece nuestro pueblo.
Ante la creciente oposición a que siga el correísmo en el poder, ya ha anunciado que no será candidato para el 2017. Pero es una declaración condicionada a un cambio, que se dará si las circunstancias permiten que siga su ejercicio presidencial aplicando la reelección indefinida mejor nominada como vitalicia.
Todo este camino que falta por recorrer en el 2016, el pueblo no será convocado a consulta popular para cerrar el camino de las “enmiendas”, elemento equivalente a mantener sellada la fuente democrática que es el voto directo en las urnas, y haber cerrado los ojos, y también los oídos al pueblo.
Una prueba evidente es la ausencia del Presidente de la República en este día, que evidencia el final del correísmo y que ya está próxima la época de practicar la alternancia democrática, como siempre sucedió en el país.
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