A muchos les disgusta Nietzsche y a otros les irrita Foucault. Pero los dos junto a Freud, Hegel y Marx, entre otros, son las fuentes de las cuales se nutre Byung-Chul Han para advertirnos del tipo de sociedad en la que vivimos. No hemos salido del Big Brother y ya estamos en el Big Data. Es más, los dos se han unido con el fin de no solamente someter al cuerpo, sino ha llegado la hora de someter al individuo en su totalidad, someter su psique, someter su alma.
El Big Brother de Orwell es un estado hipervigilante con sus pantallas y sus cámaras de tortura. Constituye un tipo de poder disciplinario y normativo que genera un individuo obediente. El Big Data es una sociedad de control que supera en eficiencia al Big Brother. En esta sociedad el propio individuo es su vigilante.
Lejos de habernos traído libertad, los medios digitales nos han ido sometiendo en forma amable, sin coacciones, a dotarles de todo tipo de información sobre nosotros mismos. “Los residentes del panóptico digital… se comunican intensamente y se desnudan por su propia voluntad… Subimos a la red todo tipo de datos e información sin saber quién, ni qué, ni cuándo, ni en qué lugar se sabe de nosotros. Este descontrol representa una crisis de la libertad que se ha de tomar en serio”.
Los dispositivos y técnicas de dominación, según Byung-Chul Han, generan objetos de devoción, que lo que hacen es materializar y estabilizar el dominio. El ‘smartphone’ (teléfono inteligente) es, a su juicio, el objeto digital de devoción. A través de él, mediante cada “me gusta” nos sometemos al entramado de dominación. En Facebook, no existe el “no me gusta” pues es ambiguo, no señala ningún dato que aporte al mercado; en cambio, al señalar lo que me gusta estamos desnudándonos ante el Big Data. El teléfono inteligente es, entonces, un confesionario móvil y Facebook es la iglesia global de lo digital.
Hoy se registra cada clic que hacemos. Todo paso dado en la computadora o ‘smartphone’ es registrado, y nuestros hábitos digitales proporcionan una información exacta de nuestra persona, de nuestra alma. Con esta información, el Big Data puede poner de manifiesto patrones de comportamiento colectivos, de los que el mismo individuo no es consciente. “La empresa de datos Acxiom comercia con datos digitales de aproximadamente 300 millones de ciudadanos estadounidenses… Acxiom sabe más de los ciudadanos estadounidenses que el FBI”. En esta empresa los individuos son catalogados y divididos en categorías que van desde “basura” a “estrella” y son ofertados como mercancía. El objetivo es dirigir las campañas publicitarias mediante el microtargeting, esto aplicado a las campañas políticas, nos lleva a la psicopolítica, en la cual la capacidad de prospección con base en los datos acumulados significaría el fin de la libertad.