Bernard Barusch, el magnate estadounidense de la primera mitad del siglo XX, dijo que el principal propósito de la Bolsa de Valores es hacer parecer como tontos a la mayor cantidad de personas posible. En efecto, son innombrables veces que las corrientes de pavor o los frenesís entusiastas de las bolsas han estado tan errados, tan lejos de la realidad, que muchos se han preguntado si realmente existe una mínima racionalidad detrás de estas. Tanto es así que Hendrik Van Loon célebremente observó: “Las artes son un mejor barómetro de lo que ocurre en el mundo que el mercado de valores o los debates en el Congreso”. Todos sabemos lo triste-divertidamente desfasados de la realidad que suelen ser los parlamentos, aun así es imprescindible observarlos… de la misma manera que los mercados de valores.
Se suele explicar que la economía real y los mercados de valores son como dos borrachos unidos por una cuerda en la cintura, a veces se mueven en direcciones opuestas, otras veces en la misma dirección, pero no son capaces de alejarse demasiado el uno del otro. Con todos estos matices en mente hay que valorar el titular de este miércoles del diario financiero francés Les Echos, “Viento de pánico en las bolsas mundiales”.
El mismo día la Bolsa de Atenas caía 6.25%, Milán 4.44%, Madrid 3.59%, Fráncfort 2.87%, París, Londres, Wall Street. En todo lado los índices se desplomaron. Detrás de esto se encuentra una mezcla de desconciertos. Por un lado Europa está al borde de una nueva recesión, Alemania se ralentiza, y Grecia (ahhh Grecia, al nombrar al continente y al país juntos en una noticia económica es imposible que esta tenga un carácter positivo, es ya una tradición bien establecida desde hace al menos 5 años) causa inquietudes al intentar salir de un programa de ayuda del FMI cuando la tasa de interés de su deuda a 10 años está en un altísimo 8%.
Junto a esto existe la preocupación del ébola –fortalecida por los escándalos de mala gestión de los enfermos en España– y los consiguientes desplomes de las acciones de varias aerolíneas. Una tercera preocupación vino desde EE.UU.; hay una caída del comercio minorista que significa que el país no es inmune a las perspectivas económicas pesimistas en el resto del mundo.
¿Cuál es la reacción típica en estos contextos de preocupación? Buscar refugio en los valores “seguros”. En julio del 2012, con España inestable y unas perspectivas económicas complicadas, se dio el fenómeno de que Francia vendió deuda con intereses negativos. Esto quiere decir que habían actores que le prestaban más dinero de lo que recibirían luego; pero preferían tener su dinero “depositado” en un valor seguro (similar a cuando un cliente paga a un banco por guardar su plata). Esta semana cayó el interés de la deuda estadounidense y alemana.
Juan Esteban Guarderas / jguarderas@elcomercio.org