Termina el 2017, un año plagado de hitos políticos internacionales, y que ha sido testigo de varios procesos electorales de alto impacto alrededor del mundo. Solo por enumerar algunos: hubo elecciones presidenciales en Chile, en Ecuador, en Francia, en India, en Alemania, en Hungría y en Somalía, generales en el Reino Unido, legislativas en Argentina, y elecciones independentistas en Cataluña.
La respuesta ciudadana a esta sucesión de elecciones echa por tierra el mito de una ciudadanía cada vez más apolítica.
Por el contrario, en el marco de una región que está atravesando cambios y reposicionamientos políticos, las sociedades han dado no solo muestras de una alta participación electoral (en Argentina, por ejemplo, fue del 78% del padrón electoral) sino también de una activa participación en las calles, con movilizaciones populares y ciclos de protesta que han sido protagonistas centrales en muchos países.
Seguramente habrá quienes hayan percibido este año en forma más o menos feliz, más o menos vertiginosa, más o menos justa. Pero el balance colectivo no puede omitir que éste ha sido otro año en el que la ciudadanía se ha hecho escuchar.
Más allá de los resultados concretos de cada elección, el fenómeno de la participación electoral en el marco de las jóvenes democracias latinoamericanas es siempre un hecho para destacar. Los ciudadanos parecen haber confiado definitivamente en que su participación -aunque sea en una votación- es siempre importante, que influye y puede ir marcando el camino a los gobernantes.
Así como las decisiones que tomamos cotidianamente moldean nuestras vidas individuales, las decisiones que tomamos como sociedad determinan el rumbo de nuestras naciones.
Aunque nos equivoquemos, los desafíos a encarar sean múltiples y sus soluciones, muchas veces, globales, es positivo que sigamos apostando a la democracia como mecanismo mediante el cual seguimos eligiendo a nuestros representantes, y por ende, abonando al tipo de país en el que deseamos vivir.
De cara al 2018, Ecuador se prepara para votar una vez más en la consulta popular y referéndum del 4 de febrero en la que se estima que participarán más de 13 millones de ecuatorianos.
Se presenta así otra oportunidad para reivindicar la expresión de la soberanía popular a través del debate y la deliberación democrática .
También durante el año próximo, tanto el último anfitrión del Mundial de Fútbol (Brasil) como el próximo (Rusia) buscarán un nuevo Presidente, al igual que lo harán Paraguay y Colombia, entre otros. Parece que será un año interesante no solo para los analistas políticos, sino también para quienes acudirán a las urnas para decidir su futuro.
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