Tiempos revueltos. Recién apareció un vídeo con una proclama de ‘reconquistar’ la España musulmana. El que amenaza es un joven de 22 años nacido en Córdoba, ciudad española, andaluza, donde los moros instauraron su califato. Y el dominio duró 800 años.
Luego del brutal atentado terrorista de Barcelona los extremistas lograron su objetivo: aterrorizar a todos, sembrar pánico en España y en Europa. Mientras la guerra que pelea la facción más sanguinaria del extremismo integrista en Siria e Iraq sufre contundentes derrotas militares, sus cabezas perversas llevan su yihad a Europa.
La simplificación es tan cruda como sofista: Los terroristas son islamistas, igual a los islamistas son terroristas. Falso, simplificación fascista. En España viven 2 millones de personas que profesan la fe musulmana. No son terroristas, entre ellos habrá infiltrados, de hecho los hay, pero la generalización puede desatar reacciones xenófobas y luchas pseudo religiosas cruentas.
Ya aparecieron pintadas las mezquitas de Granada, Sevilla, Logroño y Fuenlabrada. Ya hubo ataques contra musulmanes en Usera, Fitero- en Navarra-, y Valencia.
Los ‘cabezas rapadas’ neo nazis hacen su agosto. Alientan la reivindicación del chauvinismo más retrógrado en un siglo donde la globalización y las corrientes migratorias corren a mil por hora. Ellos quieren retroceder el calendario. Miles de personas empiezan a dar razón a los xenófobos.
En medio de esa debacle no cabe olvidar los debates de las autonomías. Muchos catalanes quieren dejar España, lo que supondría dejar Europa. Anidado está el sentimiento separatista vasco que llevó a la locura del terrorismo de ETA.
El Rey emérito estuvo en las corridas de Bilbao, en el País Vasco. Allí recibió el brindis de los toreros, muchos vascos aplaudieron, otros pitaron. ‘Por una España unida’, dijeron los diestros.
España sabe que los fanatismos han derramado sangre inocente. ¡Vaya si lo sabe!