Entre las lecciones que pueden sacarse de la controversia (aparentemente zanjada por la Alcadía) que generó la Solución Vial Guayasamín es que los urbanistas no están lo suficientemente organizados para hacerse escuchar y entender por las mayorías. No existe un Colegio de Urbanistas, por ejemplo, o al menos una personería jurídica que aglutine, difunda y conmueva con sus posturas e ideas entre la población.
Hay urbanistas en el Municipio pero la voz cantante la llevan otros. Hay grupos pequeños pero carecen de estrategia permanente. Una Red de Urbanistas se mueve en Facebook pero ha descubierto que con hashtags, por más divertidos que sean, no se puede derrotar a la autoridad. Y Facebook no es el mundo real. Otros escriben artículos en las plataformas más variopintas.
Entre los errores cometidos por este colectivo estuvo en pedir que se detuviese la obra para discutir un modelo de ciudad. Es como pedir que se detenga un parto hasta discutir una nueva manera de dar a luz. En realidad, el modelo de ciudad no dependía de la Solución Vial Guayasamín de la misma manera que el caos del transporte en Quito no se resolverá con esa obra, otro reduccionismo que vino por parte del Municipio.
No sería mala idea que Quito tenga un partido político urbanista, un movimiento local realmente organizado que defina un modelo de ciudad, que haga alianzas con los sectores productos (a quienes les conviene que esta ciudad crezca de otra manera), que pase de la seguridad de la academia a la calle, que pase de los foros, muy cómodos, muy calientitos, a los barrios, donde se definen las cosas. Yo votaría encantado por un partido así.
¿Dicen que el Alcalde no conoce la ciudad? Pues debe ser muy duro descubrir que esta obra tenga apoyo en las encuestas. Por supuesto, una encuesta no otorga la razón, pero queda claro que el Alcalde sí está sintonizado con una necesidad y que el objetivo máximo de los urbanistas, cambiar el modelo de ciudad, está lejos de ser alcanzado.