Mauricio Macri, presidente electo de la República de Argentina, sorprendió cuando luego de los resultados electorales, sin estar posesionado, se pronunció sobre el tema más polémico de América Latina, como es la situación de Venezuela.
Lo curioso es que la posesión legal del Presidente argentino será el 10 de diciembre y las elecciones venezolanas se realizarán el 6. Por lo tanto, no había otra salida que, hábil y audaz, pronunciarse contra ese régimen pidiendo la aplicación de la Carta Democrática Interamericana. El propósito era remover la conciencia de algunos gobernantes refugiados en la hipocresía y en el mirar hacia otro lado sobre la alteración del orden democrático en el país de los llanos. Era necesario una reacción continental, antes de que se realicen las complejas elecciones legislativas en Venezuela y en parte se ha logrado.
El Mandatario argentino tuvo que arriesgar. Se violan los derechos humanos al extremo de que ya hay una víctima -socialdemócrata, ¿se habrán enterados los coidearios políticos del Ecuador?- a la que se suman la prisión de Leopoldo López, de otros y los vejámenes y amenazas a Lilian Tintori, esposa del primero.
La Carta Democrática Interamericana del 2001 proclama como objetivo principal la preservación de la democracia y evita la alteración del orden constitucional, pues los considera un obstáculo insuperable. En consecuencia, debe interpretarse que el sistema no se agota por llegar al poder en las urnas, sino que es obligación fundamental mantener el permanente respeto al ordenamiento durante todo el ejercicio gubernamental. Ese es el fundamento de Macri.
Por eso, es necesario para el caso venezolano señalar que las trampas no están en el escrutinio sino en la previa redistribución de los circuitos electorales establecidos de acuerdo a una móvil circulación poblacional. Este mecanismo puede producir que la Mesa de la Unidad Democrática gane en la votación nacional, pero que no logre la mayoría para asumir el control de la Asamblea Nacional e iniciar el desmontaje del aparato autoritario. Para tal efecto, el régimen ha implantado las circunscripciones y la asignación de escaños por habitantes de cada unidad.
Se da caso extremo en una circunscripción del Estado de Miranda en la que elige a un diputado por 400 000 habitantes y en el Estado de Amazonas también a otro por 70 000 habitantes. Otro caso se da en los municipios de Barute, Chaco y El Hatillo, donde en los comicios de 2010 se elegían dos diputados y en el próximo domingo solo uno. La explicación por parte de la institución que mide la población es que esta ha disminuido en
100 000 habitantes, que migraron hacia barrios marginales del valle el Tuy. De un barrio medio alto a uno marginal . Sin sonrojarse.
En estas circunstancias tan adversas, el reto de la oposición es lograr penetrar en las circunscripciones chavistas y capitalizar el descontento popular que produce el grave desabastecimiento, la galopante devaluación y la pesimista percepción del futuro.