Después de largas e intensas negociaciones, los cinco países miembros del Consejo de Seguridad de la ONU (Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Rusia, China) y Alemania avanzaron la semana pasada en la consecución de un acuerdo definitivo con Irán, que limite la capacidad de este país para desarrollar armas nucleares. Si no aparecen más piedras en el camino, este acuerdo se firmaría el próximo 30 de junio.
Las claves de este acuerdo consisten en la suspensión de parte de Irán de sus actividades nucleares más controvertidas. Entre ellas, neutralizar sus reservas de uranio enriquecido al 20%, no purificar uranio por encima del 5%, no incorporar nuevas centrifugadoras, suspender los planes de potenciamiento de sus instalaciones nucleares y permitir inspecciones más exhaustivas por parte de la Organización Internacional de la Energía Atómica (OIEA). El acuerdo no limita que Irán haga uso de la energía nuclear con fines pacíficos.
A cambio, Occidente se compromete a suspender las sanciones que pesaban sobre este país. Esto no solo le permitirá a Irán contar con ingentes sumas de dinero que estaban bloqueados en bancos extranjeros, sino reanudar con sus exportaciones de productos químicos, metales preciosos, autopartes de automóviles, repuestos de aviación y, en especial, de petróleo.
Este acuerdo, a más de oxigenar a la economía iraní, tiene efectos económicos que beneficiarán a Occidente. La incorporación al mercado del petróleo de Irán provocará que los precios tiendan aún más a bajar. Eso da liquidez a las economías de Estados Unidos y Europa, mejorando con ello sus tan debilitados índices de crecimiento.
A más de ello, la firma de este acuerdo implica el regreso de Irán a la arena internacional, después de 35 años de marginación. El hecho de establecer nuevos canales de comunicación con Occidente, le obligará a Irán a optar mayormente por la vía diplomática.
No hay como desconocer que Irán tiene un peso geoestratégico en la región. Su vinculación con grupos chiitas le ha permitido estar presente de manera indirecta en varios países de Oriente Medio: Líbano, Siria, Iraq y Yemen. Debido al nivel de complejidad que tienen actualmente los conflictos de Oriente Medio, sobre todo por los efectos que está teniendo el Estado Islámico, la presencia de Irán puede ser clave para la solución de los mismos. Aún más, creo que es un error de Occidente respaldar en todo a Israel, al menos en posturas extremistas y poco mesuradas del primer ministro Benjamín Netanyahu. Los intereses y coincidencias que hay con Irán deberían ser aprovechados positivamente por Occidente.
Por este motivo, aunque el compromiso acordado con Irán no disminuye de manera definitiva la amenaza militar que puede presentar Irán en un futuro, si es un paso positivo por dar mayor estabilidad, paz y bienestar a Oriente Medio.
Sebastián Mantilla Baca / smantilla@elcomercio.org