Inquietudes nacionales

1. ¿Qué se espera tras el triunfo de Donald Trump?

El resultado electoral ocasionó mucha volatilidad inicial en los mercados de capitales y de monedas. Aquello duró poco. Pronto se recuperaron, especialmente por el tono conciliador del discurso presidente electo. Obviamente, muchas decisiones anunciadas dentro del plan de gobierno, con una fuerte estridencia y radicalismo, están por verse. No cabe duda que la incertidumbre será mayor, especialmente hasta conocer con mas detalle el talante del nuevo gobierno –si es posible que sea menos agresivo-, su afán conciliador-anunciado la madrugada de las elecciones-, el equipo que lo rodeará y la forma como conducirá sus relaciones con los otros poderes políticos, en especial con el Congreso, así como con sus tradicionales socios.

De cualquier manera, las propuestas ofertadas tienen una fuerte carga anti sistema con la intención de fortalecer las actividades internas para impulsar el crecimiento. Es un plan de brioso contenido autárquico. Ahí está el corazón de los retos con los cuales ganó las elecciones.

A contrario en su del ideario republicano, plantea una política económica proteccionista (de revisión de los acuerdos comerciales, imposición de aranceles), acompañada de una fiscal desequilibrada, contenida, en los ingresos por entusiastas incentivos tributarios para recuperar capitales invertidos en el exterior, que recibirán además los beneficios de la reducción de impuestos a las corporaciones, mientras en los gastos ofrece comprometer un trillón de dólares para modernizar la infraestructura básica.

Los efectos esperados en la política monetaria podrán expresarse en tasas de interés más altas (mayor deuda pública) y menor estabilidad de precios. La propia sustitución de bienes importados (encarecidos por la protección), por nacionales, provocará un recargo del costo de vida.

En el plano de intervención del Estado ofreció reducir las regulaciones normativas de las actividades privadas, liberar los compromisos de vigilancia ambiental (Acuerdo de París), restringir ciertos aportes a programas de NN.UU. sustituir el sistema de salud pública por uno menos oneroso, replantear su participación en la OTAN; y, por supuesto enfrentar la migración ilegal.

Todo lo anterior implica una mudanza profunda en la dirección de la política económica, en sus relaciones internacionales, la forma de concebir el papel de los EE.UU. en los acuerdo comerciales. Incluso, ha señalado la intención de revisar su compromiso de apoyo a las democracias si aquello significa postergar los intereses de ese país.

Su programa económico parte de una visión nacional-populista, que creará dificultades para el sostenimiento de un comercio internacional propulsor del crecimiento. Por ello, las negociaciones actuales de los mega acuerdo con los países de Pacífico y la otra con los del Atlántico, tendrán dificultades para su concreción. Frente a ese ambiente, Europa mira con preocupación su futuro, pues a los retos económicos se suma la “caja negra” de la política internacional.

Dos cifras nos ayudan a ilustrar las dimensiones del potencial problema económico: La propuesta de enclaustramiento económico, en su visión original (que los mercados no lo creen aplicable), según el Petersen Institute for International Economy (PIIE), podría costar hasta 4 millones de puestos de trabajo. Y, la de desequilibrio fiscal (para impulsar la producción interna y arreglar la infraestructura) 5.3 trillones (millones de millones) de dólares, en los próximos 10 años, según el Comité Federal de Presupuesto. La reunión de Obama con Trump dejó un buen sabor. Por hoy las cosas parecen en orden. El problema es más adelante.

2. ¿Qué puede esperar la economía del país a mediano y largo plazo con el Acuerdo Multipartes con la Unión Europea?

Las oportunidades de crecer están en los mercados internacionales. Ahí está la pieza central de la política económica con perspectiva de mejorar el bienestar de la colectividad. La visión miope y temerosa de creer que el país es incapaz de competir, sólo le condena a no tener futuro.

Este acuerdo comercial permite defender lo conseguido a lo largo de muchos años y ofrecer nuevos nichos de mercado en los cuales podría colocar sus productos. Abre una perspectiva de largo plazo que puede convertirse en un anzuelo de la inversión y el empleo.

Igual camino se debe recorrer con los EE.UU., aunque con la venida de Trump, aquello parece que será poco viable, o por lo menos de mayor complejidad. Pero, de cualquier manera hay que intentarlo. Entrar en la Alianza del Pacífico y en general desplegar intensas negociaciones con todos lo posibles socios comerciales, ayudará mucho a salir el embrollo actual.

3. ¿Qué expectativas se pueden sembrar frente a la quinta ronda en pro de un acuerdo con Corea del Sur?

Es una ventana que abre posibilidades para aumentar la producción nacional. Potencializa el futuro, por reducido que sea el efecto. No tengo información de detalle para comentarlo, pero esa es la línea que desde hace mucho tiempo se ha propuesto como camino para diluir las amenazas.

4. ¿Cómo deben prepararse los productores locales frente a los procesos de apertura comercial?

Si la política económica se sostiene en los pilares de equilibrio, estabilidad, competencia, con regulación positiva e incentivos bien alineados, los productores harán lo suyo. Así lo han demostrado cuando les permiten trabajar con libertad y en un ambiente de cooperación. No requieren protección ni subsidios. Sólo reglas racionales, claras y estables. Ejemplos abundan. La historia económica del país está estrechamente vinculada con el comercio exterior. Lo que ha faltado es visión de largo plazo y de diversificación.

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