El buen Dios estará muy ocupado atendiendo pedidos políticos durante el 2015.
Varios milagros serán necesarios para que las cosas sigan al menos igual que el año anterior en la región. Dilma Rousseff, que acaba de iniciar en Brasil su segundo mandato, necesita de un milagro para que su ministro de hacienda Joaquim Levy, liberal de la escuela de Chicago, aplique las necesarias medidas de ajuste sin afectar al sector más pobre de la población y sin perder el apoyo del electorado de izquierda. El gobierno de Dilma se quedó sin oxígeno antes de llegar a la meta; el nombramiento anticipado de Levy como ministro de Hacienda y Nelson Barbosa como ministro de Planificación aportó el oxígeno necesario para que alcanzara una estrecha victoria electoral y empezara ahora su segundo y último mandato.
La inflación, el estancamiento de la economía y claros indicios de descontrol fiscal le quitaron credibilidad al Gobierno en el campo económico y en el ámbito político fue afectado por una ola de corrupción rampante. Ninguna política social sobrevive a una crisis económica como la de Brasil, dicen los expertos, pero si no sobrevive la política social será imposible que Lula da Silva sueñe con volver al poder. Él será quien más oraciones eleve pidiendo el milagro para Brasil.
Otro milagro será necesario en Cuba. Elevarán las oraciones los hermanos Castro, y sus amigos de la Alianza Bolivariana. El milagro que requiere la isla es obtener la llegada de abundantes capitales americanos, turistas y tecnología sin despertar en los habitantes el apetito por libertades, sin provocar que los nuevos mecenas empiecen a pedir más respeto a los derechos humanos para justificar el operativo de rescate.
El año nuevo se ha iniciado con malas noticias. La Policía cubana detuvo a una docena de disidentes que protestaban frente a la penitenciaría de la capital exigiendo la libertad de 10 opositores políticos. Además, la artista plástica Tania Bruguera intentó organizar un evento en la Plaza de la Revolución, pero fue detenida por la Policía poco antes de iniciarse.
El Gobierno acostumbra calificar a los disidentes como mercenarios pagados por Washington. Será difícil el milagro sin la asistencia del Todopoderoso.
Un tercer milagro será pedido al buen Dios desde Quito. La revolución ciudadana necesita un milagro para acomodar un presupuesto basado en 80 dólares por barril de petróleo a un precio de 40 o 50 dólares. Debe mantener el generoso gasto estatal, en obras, subsidios y bonos para sostener en 60% el nivel de aprobación del Gobierno. La revolución pedirá al buen Dios que mueva el corazón de chinos o cataríes para que aprueben los créditos que ha solicitado. Si no puede mantener el gasto estatal, la recaudación de impuestos y otros ingresos menos cuantificables, ni pensar en el ansiado milagro de la reelección indefinida.