Columnista invitado
La oncocercosis es una enfermedad causada por un parásito trasmitido por una mosca que se inocula al ser humano con la picadura; ataca al sistema linfático, a la piel y, sobre todo, a los ojos hasta producir la ceguera.
Esta parasitosis está muy difundida en África, donde afecta a una vasta población de aproximadamente 80 millones de personas. En América, los habitantes en riesgo son cerca de 500 000, distribuidos en algunos pueblos de México, Guatemala, Venezuela, Brasil y Colombia, en el poblado López de Micay, con 1 366 personas en riesgo.
El parásito es como un pequeño hilo, una microfilaria, que se introduce al tubo digestivo de la mosca cuando pica a un individuo contaminado, pasa al tórax, a la cabeza y a través de la boca, es inoculado, con la picadura, a un nuevo huésped.
Las microfilarias se alojan bajo la piel, en los vasos y ganglios linfáticos y en el interior de los ojos; para estudiarlas hubo que descubrir su conducta, tanto en la mosca, cuanto en el huésped humano.
La detección de las microfilarias en la piel o en el interior de los ojos, con lámparas especiales, constituye el diagnóstico, al igual que el hallazgo de ellas, en estado larvario, en el estómago, tórax o cabeza de las moscas capturadas, para determinar su ‘infectividad’.La afección ocular es tardía. Cuando se encuentran microfilarias en la córnea o en la cámara anterior del ojo, han transcurrido por lo menos 10 años de incubación de la enfermedad.
Se afectan los tejidos de sostén, se presentan enormes hernias inguinales, se ocluyen los vasos linfáticos de las extremidades, que aumentan notablemente su volumen y, por fin, llega fatalmente la ceguera.
Un equipo de tres médicos ecuatorianos, dos norteamericanos y una italiana coordinó acciones en el afán de terminar con esta enfermedad en nuestra patria. Además, administraron medicamentos específicos a todo individuo que habitaba en sectores infestados por este parásito, para aislar el reservorio humano y terminar con nuevas contaminaciones. Luego, en un lapso de 14 años de trabajo consistente en áreas muchas veces inhóspitas y verificaciones de laboratorio tanto en la gente, como en las moscas, se pudo determinar la eliminación de la oncocercosis en el país. Antes había sido Colombia la primera nación que dominó a esta afección. El esfuerzo y sacrificio profesional dieron sus frutos y los habitantes de Esmeraldas, de las orillas de los ríos Cayapas, Santiago, Onzole y Canandé , que sumaban 25 863 personas en riesgo, hoy están libres de esta amenaza.
La Sra. Ministra de Salud ha hecho el anuncio de la eliminación de la oncocercosis en el Ecuador, sin mencionar a los profesionales que lograron este extraordinario objetivo. Considero de justicia agradecer a ese grupo de investigadores por su gestión: gracias doctores Ronald Guderian, Raquel Lovato, Roberto Proaño, Mariela Anselmi, Ángel Guevara y Philip Cooper. Su esfuerzo ha concluido con una plaga que ocasionó la ceguera a muchos miles de compatriotas.