Con una política exterior por armar, sin un plan económico a la vista y a la espera de una consulta que lo repotencie, Lenín Moreno está en medio de una polémica en Alianza País (AP), el movimiento que lo llevó a la Presidencia y de cuyos líderes históricos tomó distancia. Es posible lucubrar sobre el desarrollo de esa disputa, pero la verdad es que el Gobierno -y, de paso, el país- debiera desdramatizarla.
Se dijo que el primer paso del Gobierno debía ser ‘descorreizar’ a AP. Queda claro que la incidencia de quienes enarbolan un discurso ideológico y defienden de modo corporativo el poder adquirido, seguirá pesando en la estructura interna, y que la pelea será larga. En el camino se verá si AP vive más que el correísmo como tal, pero esa no es, ni de lejos, una prioridad para lo que se juega el país.
Es importante, por supuesto, que el Gobierno logre los votos para sacar adelante las reformas que necesita con urgencia. Pero el paso más importante es ‘desaliancizar’ la acción política nacional. La del Gobierno e incluso la de los partidos políticos de la oposición. Es grave que la política siga anclada a la misma óptica de antes. De lo que se trata es de cambiar de lentes y dar un giro de 180 grados.
¿Solamente Moreno gira en círculos alrededor de la sombra de Correa y de AP? Al parecer, también lo hacen los otros líderes políticos y la sociedad entera. Tenemos herramientas como el diálogo pero seguimos esperando la voz del líder de la manada, hay espacio para la protesta pero lo ‘chic’ es estar en las redes sociales, no se divulgan las grandes iniciativas de la sociedad civil para hacer las cosas de otra manera y con otro aire.
Con las debidas excepciones, el destape solo ha servido para gritar o dar muestras de humor pero no para construir o intentar otras formas de política. Estamos tan obsesionados que dentro de varios meses seguiremos pendientes de la lucha interna por el poder en AP o por las amenazas de que Correa sigue preparando las maletas, al más puro estilo de la eterna promesa del regreso que caracteriza el pensamiento y la acción caudillistas.
Esa obsesión nacional está impidiendo -y puede terminar por impedir- una respuesta distinta a la crisis. El próximo año, el gasto público y el pago de la deuda sumarán USD 34 853 millones, casi 2 000 millones menos que el ejercicio económico actual. Pero es llamativo que crezca el rubro de los salarios. Están en marcha ya los conocidos ajustes tributarios y arancelarios y se espera producir más petróleo, pero es más de lo mismo.
El expresidente Osvaldo Hurtado, quien en estos días está presentando su libro ‘Ecuador entre dos siglos’, apuntó en una entrevista radial con mucha perspicacia que, si bien se sabe que los correístas niegan la crisis, es difícil saber qué piensan los leninistas. Pero quizás unos y otros no están solos en este acto de negación e inacción.
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