Si no queremos competir no firmemos acuerdos de libre de comercio. Estos, por definición, se basan en compromisos de apertura recíproca de los mercados concernidos para aumentar y diversificar el comercio internacional. Alrededor de esta tendencia globalizadora los países se alinean en propugnadores del liberalismo económico o protectores de su producción nacional, que son dos posturas que han marcado la historia del intercambio comercial.
Lógicamente los grandes países tienen mercados amplios y dependen menos del comercio exterior, pero los países medianos y pequeños necesitan más de los mercados externos para crecer competitivamente.El Ecuador, al firmar un tratado de libre comercio con la Unión Europea (UE), se estaría comprometiendo a liberar su mercado en favor de la producción de los 27 países europeos, la que entraría libre de gravámenes y restricciones, conforme al programa y calendario establecidos. Esto obliga a prepararnos en la difícil tarea de competir con los productos europeos dentro del mercado ecuatoriano y con los del resto del mundo en los mercados de la UE. Si pactamos acuerdos similares con otros países esta situación se generalizaría, más aún si acordamos un acuerdo igual con los Estados Unidos o con los países del área del Pacífico.
Debido a las ventajas comparativas habrá sectores en los que no podamos competir como ocurrió en Chile con las ensambladoras de automotores y la producción textil, entre otros.
Pero correlativamente la apertura comercial lleva a una especialización en aquellos sectores en donde seamos auténticamente productivos y competitivos, es decir que podamos vender sin recurrir a subsidios, pero teniendo en cuenta que seguirá la popular dolarización que ahora disminuye nuestra competitividad.
El libre comercio tiene impactos positivos en la productividad de un país cuando se obliga a enfrentar este desafío. Y tiene impactos en la baja de precios de los productos importados sin aranceles, que favorece al consumidor nacional y contribuye a mejorar su calidad de vida.
Si pasado mañana entran automotores europeos de gran calidad y diseño se mejorará el parque automotor a precios menores, siempre que no los manipulen los oligopolios poderosos.
Ahora que se ha terminado el facilismo petrolero, es una obligación nacional cambiar la estructura productiva con base en innovaciones y nueva dinámica y, para esto, los acuerdos de libre comercio son una palanca necesaria que nos forzará a insertarnos en la tendencia mundial de que el comercio fluya sobre bases de competitividad auténtica. Entonces el Ecuador debe identificar qué productos nuevos puede vender al exterior, para cuya producción hay que dar confianza, certidumbre y posibilidades de una rentabilidad atractiva a los inversionistas nacionales y extranjeros. Todo esto es una exigencia de gran magnitud y complejidad para cualquier gobierno.
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