A pesar de ser su sexta visita a Latinoamérica, en México y Costa Rica el presidente Obama enfrentará una pregunta poco original: ¿está poniendo atención suficiente a Latinoamérica? La única respuesta sensata es “Sí”, subrayado por tres dinámicas que están creando una nueva realidad en las Américas y en las relaciones interamericanas.
Primero, las Américas se han globalizado, pasando la última docena de años aumentando vínculos comerciales y diplomáticos, y con eso han expandido su importancia global.
No se pueden comparar, por ejemplo, las intensas relaciones comerciales entre Latinoamérica y China con las del pasado. México y Brasil jugaron una parte clave en el G20 respondiendo a la crisis financiera del 2008-2009 y ejercen continuamente influencia en diversos foros internacionales. Los países de la Alianza del Pacífico están profundizando enlaces entre ellos y con países de toda esa región.
No es coincidencia que las primeras interacciones del presidente Obama con sus vecinos en su segundo mandato serán con ocho de los 12 con quienes compartimos costa en el Pacifico. (En Costa Rica se verá con los líderes de Centroamérica.) Los países del Pacífico americano -con cuatro en negociaciones del Acuerdo Transpacífico- forman una pieza clave en la gira estratégica estadounidense hacia el Asia-Pacifico.
A niveles prácticos, Estados Unidos está más integrado que nunca en las Américas pues aquí conviven la tercera población y la tercera economía hispanas más grandes del mundo. Por eso, cuando el Presidente impulsa temas como la reforma migratoria integral -un tema doméstico-, su trabajo puede tener impactos enormes en las Américas. Si los republicanos logran superar su radicalización para apoyar su mayor prioridad, el presidente Obama logrará la reforma y con eso afectará la realidad interamericana más profundamente que con cualquier otro acontecimiento.
En las Américas modernas se tiene que entender la atención como un fenómeno de doble vía.
Un Presidente estadounidense no da atención simplemente por darla, lo hace para avanzar en intereses.
Hace cuatro años, en un discurso ante la V Cumbre de las Américas -bien recibido pero poco entendido-, Obama expresó claramente su intención de dejar atrás dramas ideológicos y trabajar como un socio basado en el respeto e interés mutuo y la responsabilidad compartida. Con excepciones notables, pocos tomaron en serio el llamado a compartir verdaderamente la responsabilidad. Para demasiados resultó más fácil el hábito de echarle la culpa a Estados Unidos Empezando con este viaje, líderes de la región tendrán la oportunidad de responder de nuevo si están dispuestos a pasar por esas puertas. *Fue el asesor principal sobre Latinoamérica del Presidente.