El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, fijó varias líneas de su política exterior en la reciente visita a Israel. En la ciudad santa de Jerusalén, el eje geográfico de una controversia geopolítica que atraviesa además aspectos religiosos, el Presidente de la gran nación de Occidente aprovechó para dejar un mensaje claro.
“Buscamos un Estado (Palestina) independiente y soberano al lado de Israel, dos naciones que tengan autodeterminación, seguridad y paz, y esto solo se puede lograr a través de la negociación”. Así se pronunció Obama en una conferencia de prensa conjunta con Mahmoud Abbas, presidente de la Autoridad Nacional Palestina.
La vieja disputa entre judíos y palestinos alude a reivindicaciones ancestrales que atraviesan aspectos históricos e interpretaciones de origen religioso de ambos pueblos, que comparten un pequeño territorio enclavado en Oriente Próximo. Ambos alegan que la legitimidad de su territorio y las fronteras marcadas por Naciones Unidas, cuando se creó el Estado de Israel, no fueron el fin del problema sino la instalación de una nueva fase.
El mensaje de Obama es importante y ojalá abra una puerta para recomponer una visión geopolítica siempre atravesada por la alianza atribuida de forma recurrente a EE.UU. e Israel, como la posibilidad de conferir a ambos pueblos una salida de paz estable y duradera. Un camino largo y difícil, pero indispensable.