Estas últimas semanas la discusión se centró alrededor del nuevo país. Algunos sostienen que estamos viviendo por fin tiempos favorables y renovadores, tiempos de sosiego. Otros, en cambio, cargados de escepticismo y alentados por la polarización y el pesimismo que vivimos la década pasada, predicen que seguimos en la era de los malos vientos. Pero también existen espíritus de naturaleza neutral cuyo pronóstico es que nada ha cambiado con el nuevo Gobierno, que todo sigue y seguirá igual, y que en los próximos años ni siquiera nos refrescará una leve brisa.
Me permito disentir con aquellos que no perciben el cambio de clima que se ha instalado en el Ecuador desde el 24 de Mayo, y con mayor énfasis esta semana que acaba de pasar. Hoy soplan en estas latitudes equinocciales vientos frescos y positivos, vientos de libertad, paz y diálogo. El cambio de ambiente lo notarán especialmente aquellas generaciones que solo recuerdan una época marcada por la más alta conflictividad, inundada de acusaciones, insultos, agravios, amenazas, burlas, violencia; época de farras interminables, vergüenzas, división, derroche, corrupción y escándalos.
Los tiempos actuales, en cambio, nos ofrecen un aire más ligero, ciertamente más agradable, respirable y renovado. Se aprecia incluso alguna corriente de esperanza en una atmósfera tan particular como la de la justicia que, al parecer, ha empezado a liberarse de las amarras que la mantenían fondeada en las aguas territoriales de otras funciones del Estado. Si la justicia consigue finalmente zarpar, después de tantos años de haber sido retenida, esperemos que navegue en su propia ruta, sin corsarios políticos que pretendan asaltarla, y, sobre todo, con los vientos de la imparcialidad y la independencia hinchando sus velas.
Lo que sí es notorio es que las aguas del furioso invierno que azotó al país se han alejado con la entrada del verano, pero a cambio volvieron los vientos contrarios para azotar a las principales tiendas políticas. La turbulencia ha sido de tal magnitud que ninguno de esos grupos logró salir indemne. Ya se verá con el tiempo si las fisuras son susceptibles de ser parchadas o si se han producido fugas importantes en las naves. De hecho alguna fuga ya se produjo y con ella se alivió el peso de una tienda en particular. En todo caso, el vendaval de directas e indirectas, de alusiones e inculpaciones y de dardos certeros, dejó como balance preliminar de la batalla una larga lista de compadres resentidos, algunos coidearios heridos de gravedad y uno que otro personaje que ha empezado ya a descomponerse.
Así, aunque se sienten nuevos vientos, todavía hay cierto tufillo a pasado reciente, en especial en lo que se refiere a la desastrosa política internacional de apoyo a regímenes totalitarios y criminales como el de Venezuela, a la sensación de impunidad que todavía flota en el ambiente y a la ponzoñosa corrupción que carcome de forma acelerada todos los cimientos de la sociedad.
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