Columnista invitado
Escribo estas líneas unos días antes del referéndum, pensando que se publicarán cuando conozcamos los resultados expresados en las urnas. Espero y confío en que dichos resultados traerán una nueva visión para alcanzar mejores días para nuestra patria. No serán la solución a nuestros problemas como Estado y sociedad, pero permitirán, avizorar un camino de futuros entendimientos entre todos quienes conformamos este país tan diverso.
Creo que ha sido una contienda que ha puesto en debate la necesidad de cambiar las orientaciones en muchos campos.
No todo lo hecho en los anteriores gobiernos fue negativo, pero se cometieron errores que debemos corregir y estamos ansiosos por encontrar los caminos hacia una sociedad más democrática, de diálogo permanente que permita alcanzar consensos y evitar ese perverso enfrentamiento entre hermanos que únicamente perjudica al Ecuador.
Esos errores no sólo son de los gobiernos, sino de la sociedad. Tenemos que cambiar y buscar nuevos derroteros.
Cada grupo tiene su legítima posición y defiende sus intereses, pero debe reconocer que no puede ni debe imponerlos a todos los ecuatorianos. Discrepar con argumentos es un mérito y no debe ser considerado un ataque. Eliminar la posibilidad de expresar civilizadamente las divergencias trae consigo confrontaciones que han terminado en violencia, conflictos y hasta guerras.
Basta ver en nuestro vecindario a Colombia luego de más de cincuenta años de guerra civil y a Venezuela que va camino a una confrontación sangrienta; no se diga la atroz carnicería en Medio Oriente.
El estado de violencia y agresión debe desterrarse del quehacer político. No alcanzaremos metas comunes si nos comportamos como enemigos, cada uno encerrado en su feudo.
Es legítimo disentir y es conveniente analizar los problemas desde distintos ángulos que abonen un debate constructivo que tenga por objetivo alcanzar grandes acuerdos nacionales para lograr una sociedad más equitativa, próspera, segura y respetuosa de los derechos humanos.
Nos falta un largo camino. Por eso, es necesaria esta nueva visión ¡de todos!
Debe haber un golpe de timón que inserte inteligentemente al Ecuador en la comunidad mundial antes de persistir en este aislamiento, lleno de retórica y lugares comunes, sin una visión de Estado y de estrategias que defiendan los auténticos intereses nacionales.
El mundo en que vivimos ya trae grandes retos a las sociedades, más aún en etapas de desarrollo donde cunden pobreza, hambre, falta de salud y educación.
No hay que tener miedo al mundo ni enclaustrarnos en reductos sin futuro.
Lo que hay que hacer es enfrentar sin complejos ni ataduras lo bueno y malo de la etapa histórica que vivimos. Para ello, necesitamos una nueva visión colectiva.