La nueva fase del relato de Cristina

Se puede engañar a todos durante algún tiempo y a algunos todo el tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo.

La recordada frase de Abraham Lincoln, repetida por numerosos líderes mundiales, tiene más vigencia que nunca en el siglo XXI, en que el mundo se ha convertido en una aldea global y donde los medios para acceder libremente a la información se han multiplicado.

En ese contexto, cualquier pretensión desde un Gobierno por controlar los contenidos informativos y amoldarlos a sus intereses, por amordazar opiniones adversas al poder político y por desfigurar la realidad mediante el relato oficial está, tarde o temprano, condenada al fracaso.

El kirchnerismo está descubriendo que ya no puede negar el auge de la delincuencia, ni la suba de precios, ni el estancamiento económico, ni la tendencia a la pérdida de empleos, porque resultan innegables. Pero sí cree que puede echarles la culpa de todos esos males a distintos sectores de la sociedad.

Así, la responsabilidad de la inseguridad es de los medios de comunicación preocupados por instalar con desmesura los hechos policiales, según ha dado a entender el propio jefe de Gabinete, Jorge Capitanich.

La culpa de la inflación la tienen, en la óptica de la Presidenta, los empresarios que buscan maximizar sus ganancias, y no la fuerte expansión monetaria o la insuficiencia de incentivos y de seguridad jurídica para que las empresas inviertan más y eleven la oferta de bienes y servicios.

Lo mismo vale, en la concepción oficial, para las suspensiones de trabajadores que se están registrando en la industria automotriz: si no se venden autos, es porque las empresas trasladaron a los precios el impuestazo a los vehículos de "alta gama" en lugar de absorberlo, de acuerdo con el razonamiento de funcionarios kirchneristas.

Eso se pudo advertir en el discurso de la Presidenta del sábado en el que respondió a los cuestionamientos de la Iglesia, cuya Conferencia Episcopal sostuvo que el país "está enfermo de violencia".

Durante el acto en el que se inauguró un monumento al padre Carlos Mugica , la Primera Mandataria replicó: "Cuando se habla de una Argentina violenta, quieren reeditar viejos enfrentamientos".

El nuevo relato oficial también apunta a enfrentar las expectativas negativas hacia los próximos meses. También el ministro de Economía, Axel Kicillof, se enojó con el banquero Jorge Brito, quien advirtió sobre la posibilidad de una nueva devaluación del peso si no se frena la inflación.

Lo cierto es que el tradicional relato en defensa del modelo kirchnerista se vio sacudido por el duro diagnóstico que trazó la Iglesia en su reciente documento titulado "Felices los que trabajan por la paz", al tiempo que distintos datos de la economía ponen cada vez más en duda muchos de los supuestos logros de la última década.

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