Los próximos diez años, hasta el 2020, serán fundamentales para los siguientes 30. Serán años de transición y de grandes definiciones impostergables.
Transición, sobre todo en lo económico y social. Aun cuando la Zona Euro logre mantener la unidad monetaria regulando el manejo fiscal de los países, no logrará destacar como fuerza de crecimiento mundial. Igual EE.UU., aun cuando tenga éxito en evitar los pronósticos poco alentadores sobre el dólar, y consiga manejar razonablemente la reducción de su déficit trillonario sin alta inflación, lo más probable es que no sea líder en crecimiento. De esta manera, los países emergentes, fundamentalmente China, Indonesia, India, Brasil y otros muy ligados a recursos naturales, continuarán siendo la clave para el crecimiento global.
En Latinoamérica, Brasil tendrá un gran protagonismo, la Cumbre Río+20 en 2012, el Mundial de Fútbol en 2014, Olimpiadas en el 2016, tres magnos eventos que ayudarán a mantenerse entre los líderes emergentes si sostienen las macro políticas del Gobierno saliente en el largo plazo. Chile, de cumplirse el plan del presidente Piñera, podría entrar hacia el fin de la década al club de países desarrollados, siendo el primer país latinoamericano en cruzar el umbral dejando un camino claro.
Igualmente, el mundo financiero se prepara para incursionar en nuevos estándares que eviten crisis globales como la del 2009.
Un nuevo orden irá tomando forma, a través de una serie de transformaciones institucionales en el Banco Mundial, el FMI, BID, bancos centrales, reguladores de mercados de capitales, para detectar tempranamente burbujas peligrosas y garantizar que las innovaciones financieras sean elaboradas con transparencia y riesgos controlables.
En lo social, la digitalización y las redes sociales crecerán exponencialmente. Se espera que la clase media crezca en países donde fluye la inversión productiva, y los gobiernos implementen políticas de redistribución del ingreso eficientes como lo ha hecho Brasil. Las ciudades crecerán con más velocidad por la urbanización de la población, los requerimientos de viviendas e infraestructura serán urgentes en saneamiento, energía, vías de acceso, aeropuertos. Al mismo tiempo, en las zonas rurales, gobiernos y empresa privada deberán focalizar esfuerzos en mejorar condiciones no solo de producción agrícola, sino en el acceso eficiente a educación y salud.
Se esperarían cambios en países como Cuba, como mínimo profundizarían decisiones para ir hacia un modelo parecido al de China en apertura a inversiones.
En lo ambiental, es donde más decepción existe al fin del 2010 por los magros resultados de la Conferencia de la ONU sobre el cambio climático en Cancún.