En América Latina hay varias noticias buenas. La más notable es que hay reducción de los índices de pobreza. “Sólo” un 30% de la población es pobre. Es decir, 174 millones de casi 600. La mala noticia es que esos índices, medidos por el ingreso, dejan muchos interrogantes.
Según informe del Banco Mundial, en Latinoamérica un individuo es de las clases medias cuando su ingreso oscila entre USD 10 y 50 diarios. Cuando alcanza entre USD 4,50 y 10, subsiste en un nivel muy vulnerable. Quienes reciben menos de USD 1,25 diarios (unos 75 millones) son indigentes.
La buena noticia es que en casi toda Latinoamérica crecieron los sectores sociales medios, pero la mala es que todavía –salvo en Argentina, Uruguay y Chile— América Latina no es un universo de clases medias.
¿Cómo es el mundillo de esas hipotéticas clases medias? Personas con acceso a una alimentación suficiente, agua potable, vivienda (alquilada o propia), vestido, servicios sanitarios, salud, educación, electricidad, comunicaciones, transporte, justicia y protección policiaca.
La mala noticia es que una parte sustancial de los latinoamericanos, incluso los considerados clases medias, no tienen cubiertas esas necesidades mínimas, ni siquiera en los países más ricos del continente.
No creo que los mexicanos, bolivianos, brasileros, argentinos, ecuatorianos, venezolanos, colombianos, centroamericanos –exceptuados costarricenses y panameños—económicamente considerados como clases medias, den por hecho tener seguridad y justicia como parte de la convivencia habitual.
La buena noticia es que cada vez más latinoamericanos se educan, lo que explica, en parte, la reducción de la pobreza. La mala es que la educación pública deja mucho que desear en nuestros países.
Nuestros estudiantes de 15 años están por debajo de la media de los de los países desarrollados en comprensión de lectura, matemáticas y ciencias.
La buena noticia es que cada vez hay más graduados universitarios en cada una de las aproximadamente 4 000 universidades públicas y privadas del continente. La mala es que ninguna de ellas está entre las 100 mejores del mundo y apenas hay investigación original .
Como escribía el profesor Carlos Malamud Brasil, con casi 200 millones de habitantes, tiene menos publicaciones científicas que Singapur, con 5 millones.
La buena noticia es que Latinoamérica crece en lo económico por las exportaciones de minerales y productos agrícolas.
La mala es que mientras no haya un tejido empresarial productivo y variado, innovador y moderno, que agregue valor a la producción y pueda competir con China y el Primer Mundo, nuestras economías estarán sujetas a peligrosas oscilaciones.
¿Comenzaremos en el 2013 a cambiar esta realidad? Chile va al Primer Mundo pero falta una generación para comprobarlo.