Nostradamus criollo

 Sin ánimo de pasar por una especie de Nostradamus criollo, creo que los resultados de las elecciones del pasado domingo dejarán al Régimen frente a dos escenarios estratégicos: El primero, que el Régimen se retire a su esquina y, en otras (sus propias) palabras, radicalice la revolución. Esta posibilidad seguramente implique que los ministros de una Cartera pasen a la otra, en una especie de reciclaje o reencauche ya varias veces visto, que se siga entendiendo a la burocracia de alto nivel como una forma de recompensar lealtades, que la retórica revolucionaria cobre todavía más fuerza, que se empiece a entretener la posibilidad de una reelección presidencial indefinida (habrá que ver si por reforma en la Asamblea Nacional o por vía de un referéndum) y que se siga concibiendo a la política como si fuera un ring de box en el que sucesivos enemigos deben besar la lona. Esta posibilidad seguramente implique, en esencia, un amurallamiento del Régimen y la adopción de un modelo que busque aguantar y manejar el desgaste y blindar la concentración del poder ya alcanzada. Es decir, un modelo de trincheras y de cuchillo entre los dientes. Claro que la adopción de esta táctica tendrá, seguramente, por lo menos estas consideraciones: la implementación de un modelo de fricción y de resistencia, que posiblemente genere o avive mayores niveles de confrontación y que descarte, por definición, coaliciones, alianzas o concesiones. Dicho de otra forma: buscar el núcleo duro e imponerlo, escarbar en los cimientos de la revolución y reinventar su propio ADN.

El segundo, que en mi visión tiene menos posibilidades de materializarse: que el Régimen busque y encuentre la apertura, nombre ministros y funcionarios de fuera de sus filas y de sus entornos y que emprenda un auténtico vuelco práctico e ideológico. Este cambio -que de verdad sería un giro copernicano- podría implicar que el Régimen pase a la historia, pero requerirá necesariamente una profunda reconsideración de la política exterior (probablemente, y para empezar, un distanciamiento o por lo menos un congelamiento de las relaciones con la Alba), la revocatoria del lenguaje político belicista y artillado, la disminución de la asfixia publicitaria y la renuncia a la provocación como forma de hacer y concebir la política. Es decir, posiblemente todos los factores que hicieron que los resultados de las elecciones hayan sido inesperados incluso para el propio oficialismo. Pienso que este escenario es poco probable porque el Régimen todavía no sabe cómo obtener réditos políticos (es decir, ganar elecciones, subir en las encuestas y encontrar credibilidad) en un sistema en el que tenga que compartir poder, opiniones y decisiones con otras fuerzas políticas. En otras palabras, en una hipótesis (otra vez, la veo poco probable) al Régimen le tocaría aprender casi desde cero cómo conducirse y cómo gobernar. Sería, en la práctica, una especie de reinvención política y de la política.

Suplementos digitales