El ‘norte’ de Unasur

E l escenario del foro de Unasur, cuya idea surgió del afán del mandatario de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, estuvo concebido a ser un interlocutor válido entre los países del sur del continente y la gran potencia del norte.

Dos años después de su constitución se muestran sus flaquezas y la sensación de los expertos es que está destinado a ser un auditorio más, de alto costo y nivel político, para pronunciar pomposos discursos y debatir las diferencias ideológicas evidentes entre los mandatarios pero sin posibilidades reales de proyectar acciones concretas.

En primer término y tras la formulación de la voluntad política de reunir al sur de América, su tratado no ha sido ratificado sino por cinco congresos, eso imposibilita su existencia.

Al principio se dijo -está en el documento y habrá de cumplirse- que la Secretaría General funcionaría en Quito.

Sin consulta previa se lanzó el nombre del ex presidente ecuatoriano Rodrigo Borja para ser el primer Secretario General. Tras varios meses de inacción el ex Mandatario declinó del nombramiento.

Acto seguido se empezó a buscar su reemplazo. A alguien se le ocurrió el nombre del ex Presidente argentino, Néstor Kirchner, cuya esposa es Presidenta de esa nación y empezó el cabildeo que nadie sabe por qué -quizá porque Ecuador ocupa la Presidencia pro témpore de Unasur- tomó a su cargo el canciller Patiño.

Pese a los cuestionamientos en el frente político interno y al lógico desgaste los presidentes lo eligieron pero fue notoria la adhesión uruguaya sin convicción, que ya muestra malestar interno.

Unasur enfrenta distintos desafíos si quiere supervivir en el tiempo: uno de ellos la ratificación de los tratados, otro superar los puntos de vista coyunturales e internos con madurez y respeto a las distintas posiciones políticas.

Además, es menester labrar tareas conjuntas para procurar la integración económica que pasa por un comercio exterior fructífero y dinámico y la negociación de posturas comunes para hacer frente a otros bloques de países con mayor grado de organización y mejor nivel operativo cuando de estos temas se trata.

Podría ser viable que organismos que cumplieron su papel y muestran debilidades y hasta estertores como la Comunidad Andina, se unan a procesos maduros como Mercosur para hacer un frente común y negociar juntos tratados comerciales y acuerdos con bloques de tanto peso como la Unión Europea, por ejemplo.

Por eso los expertos señalan que los últimos peldaños serían la integración política o la moneda común, cuando ya las primeras dificultades se encuentren superadas. Mientras tanto será una tribuna para los discursos y la figuración de muchos demagogos ansiosos de protagonismo. De ello, hay pruebas abundantes.

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