Llega la hora cero electoral y los ecuatorianos están en la obligación de ejercer un voto responsable. Informarse e ilustrarse bien y con cabal conocimiento de causa votar libremente por los candidatos que deseen, pero no ciegamente ni obnubilados por la enorme propaganda exhibida o por alguna dádiva o ayuda que hayan recibido. Más allá está la dignidad, la responsabilidad y el futuro ciudadano e institucional.
La semana pasada tuve la oportunidad de visitar cuatro provincias del centro norte del país y se pudo constatar la enorme desigualdad propagandística entre los candidatos oficiales y todo el resto juntos. El gran despliegue de promoción electoral por todo lado es evidente. Los hechos saltan a la vista.
El arte de engañar y una alta dosis de demagogia ha seguido en esta campaña, que termina desigual, con la cancha inclinada, sin imparcialidad y falta de controles. Con una Contraloría contemplativa pese a la norma constitucional que le obliga a precautelar los recursos del Estado. El no parar a tiempo, pese a las denuncias, facilita la continuación de las infracciones y genera más impunidad.
Quizás lo más importante es invocar respetuosamente a no desperdiciar el voto. Los indecisos están obligados a ejercer un sufragio responsable. Hacerlo libremente por los candidatos que escojan pero no enceguecidos con el discurso contra todos los que no coinciden con un proyecto político. Eso no es una auténtica democracia, que significa el respeto a la opinión ajena y a todos por igual.
Aquellos que con todo el derecho están cansados, en parte por tanta confrontación, insultos e intolerancia y piensan anular o hacerlo en blanco también están en la obligación de no desperdiciar el voto y reflexionar profundamente para sufragar por cualquiera de todas las opciones propuestas. Los nulos y blancos no contribuyen en nada en un momento en el que se requieren definiciones.
De acuerdo con la Ley Electoral, art. 125, se tendrá como válidos los votos emitidos en las papeletas suministradas por la junta y que de cualquier modo expresen de manera inteligible (clara) la voluntad del sufragante. Por ello es fundamental reiterar que no se puede desperdiciar el voto si se anula o se deja en blanco porque no se contabilizan como válidos. Que se vote sabiendo por el candidato que quieran, pero responsablemente.
Complementariamente, todos los partidos políticos deben desplegar un gran esfuerzo para que ejerzan una veeduría seria ante cualquier suceso que pudiera empañar los resultados, provenga de donde provenga, y con ello se garantice la transparencia, la limpieza y finalmente se respete la voluntad popular, cualquiera que sea. Más aún cuando el elector está expuesto al engaño y manipulación de encuestas y ojalá tampoco se lo haga con el exit poll y luego el conteo rápido.