Niños perdidos y adopción

La desaparición de niños y adolescentes es bastante más frecuente de lo que creemos. Algunos chicos escapan de sus hogares, otros son sustraídos (en ocasiones por sus propios progenitores o familiares), varios se pierden en aglomeraciones o por asuntos tan baladíes como la falta de coordinación entre las personas encargadas de cuidarlos. Sin importar las razones de la desaparición, todos los casos son muy dolorosos, colocan al desaparecido en una situación de vulnerabilidad extrema, les hace susceptibles a todas las formas de trata, explotación y abuso; se afecta su identidad, sus relaciones familiares, su proyecto de vida.

Las movilizaciones de familiares de personas desaparecidas, de todas las edades, dan cuenta de la existencia de un problema vigente con respuestas institucionales inadecuadas; no contamos con un sistema enfocado en la investigación, búsqueda, recuperación y, cuando se trata de menores de edad, en la reintegración a la familia de origen.

L a experiencia del país, en el siglo pasado, con las adopciones fraudulentas ha dejado en claro que se debe desvincular, especialmente en el caso de niños y niñas menores de 4 años, la desaparición con la adopción; esta es una medida definitiva, un último recurso que tiene como objetivo primordial asegurar una familia a un niño, para concederse deben agotarse todos los esfuerzos para la identificación de la familia y la reintegración. Dar en adopción un niño o niña es un proceso en el que debe combinarse urgencia, mas no vértigo, con meticulosidad.

El principio que debería regular esta materia es que un niño, niña o adolescente desaparecido, no debe ser apto para ser adoptado; en el caso de los niños y niñas perdidos entregarlos en adopción sería una evidencia de que el sistema de protección de infancia no funciona. Cuando alguien se pierde hay siempre seres queridos buscándolos, esperando su regreso, sufriendo por su ausencia.

L a semana pasada, se desarrolló en Quito el Segundo Congreso Nacional de Adopciones, organizado por el Ministerio de Inclusión Económica y Social, al cual me invitaron a presentar una conferencia sobre niños perdidos y adopción. Debo confesarles que me alegré, en estas épocas de revolución ciudadana escasas son las ocasiones en que los entes gubernamentales me invitan a presentar ideas y opiniones en sus eventos, aunque sí recibo invitaciones a "socializaciones", rendiciones de cuentas, inauguraciones y posesiones, es decir a escuchar; entusiasmado inicié la preparación de la ponencia; días antes de la fecha del Congreso, me informaron -por medio de una gentil carta- que no podían incluir mi conferencia "por motivos de tiempo en la agenda".

El tema de la presentación era importante por eso aprovecho de este espacio para compartir mis ideas con ustedes, es una obligación de todos contribuir a evitar que los errores del pasado se repitan.

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