El desplome de un saltarín con niños encima, en un centro de diversión infantil de Quito, trajo lo predecible. Primero: el lugar fue cerrado (el argumento es que no contaba con la Licencia Única de Actividades Económicas actualizada). Segundo: se anunció la creación de un protocolo para autorizar el funcionamiento de centros de recreación.
Las políticas reactivas son la mejor manifestación de debilidad en la gestión del riesgo. Sí. Es interesante que antes del terremoto de abril, Quito ya contara con un ‘Atlas de amenazas naturales y exposición de infraestructura’, 124 páginas del Municipio.
Sin embargo (mejor si la información demográfica del Atlas del 2015 contase con data más actualizada que la del 2010), es sustantivo trabajar a diario en la mitigación de desastres. Y no solo por la reactivación del volcán Cotopaxi (¿es viable un plan de reubicación de las zonas residenciales construidas en zonas de lahares?) o por el terremoto de Manabí y Esmeraldas (a propósito de la precaria construcción, ¿cuándo se entregará el censo del estado de las edificaciones en Quito?), sino por los riesgos más cercanos: los desastres de carácter androgénico, provocados por negligencia humana.
¿Cuáles? El incendio en la discoteca Factory, por ejemplo, que en una tarde de abril del 2008 segó más vidas (19) que con todos los homicidios de abril del 2016 en Quito (13). Entonces, en 2008, las dudas eran: ¿Cuántos centros de diversión de la ciudad cuentan con puertas de emergencia? ¿En cuántas de ellas está puesto candado? ¿Por qué el estadio Atahualpa y el coliseo Rumiñahui no tienen salidas de emergencia específicas (con 16 accesos generales el primero, con 14 el otro)? ¿Ya aparecieron los planos de los túneles de San Diego, San Roque y San Juan? ¿Quién piensa en ello?
Señores. La gestión de riesgos es una cultura. Y es exigencia de cuentas. Efectiva si se vuelve práctica cotidiana, en casa, la calle, la oficina, la discoteca, el saltarín… Sí. Es práctica a conciencia, o nada mitigará las amenazas creadas ni romperá el libreto de la política reactiva.