Desde hace rato los gobiernos ecuatorianos vienen declarando que el desarrollo del turismo es política de Estado. El actual Gobierno lo ha incluido como uno de los sectores estratégicos de la economía. Esto suena bien pero en la práctica nada bueno pasa.
El Ecuador va perdiendo competitividad turística por la falta de aprovechamiento de los recursos disponibles y por la inseguridad creciente: Con la excepción del Parque Nacional Galápagos, los demás parques nacionales están abandonados; Las playas sufren un deterioro constante por la contaminación de las aguas y la basura plástica; si bien las carreteras son excelentes, no hay un solo letrero turístico en el mar de anuncios publicitarios privados y del Gobierno que ahogan el paisaje.
A esto se suma una creciente ola de delincuencia y de actividad del narcotráfico que está generando una percepción de que el Ecuador es un país inseguro. Denuncias de que el partido del Gobierno recibió contribuciones de la guerrilla; de que funcionarios del Ministerio del Interior tuvieron contacto con conocidos narcotraficantes; de que los más altos estamentos de la Policía son corruptos; de que los jueces nombran colaboradores y resuelven litigios en restaurantes al son de la coima, no hacen sino abonar el sentimiento de inseguridad.
A esto se suma la real presencia de grupos criminales internacionales que, aprovechándose de la poca institucionalidad pública y la no exigencia de visas, permite su creciente actividad. Para rematar hay declaraciones de funcionarios como el Director Regional Andino de la DEA que califica al Ecuador como las Naciones Unidas del crimen organizado. ¿Qué tiene que ver esto con el turismo? Pues mucho, porque ningún viajero busca pasar sus vacaciones en un lugar altamente riesgoso.
Y los gobiernos de los países que generan turismo al Ecuador ya están preocupados. Para muestra la advertencia emitida por la Cancillería del Gobierno alemán la semana pasada y que dice textualmente: “Indicación general (sobre el Ecuador): En todo el país tienen los turistas que contar con la posibilidad de asaltos armados y con violencia. Esto es válido también para lugares considerados tradicionalmente como seguros (por ejemplo mercados).
Los delincuentes amenazan con el empleo de la violencia de tal manera que una contrarreacción de fuerza no es aconsejable. No está garantizada ni la atención médica adecuada ni el castigo legal”.
Yo me pregunto si algún turista potencial al Ecuador, que lee esta advertencia, está dispuesto a pasar sus vacaciones en un lugar tan peligroso?
Por las cosas que suceden parece que más futuro tiene en el país el narcotráfico que el turismo. ¿Hasta cuándo debemos soportar esto?