La noticia nos llega incompleta y nos parece improbable. Nos indigna. Quisiéramos que al día siguiente una declaración oficial la desmienta. Pero no: es auténtica. El Ecuador, en las Naciones Unidas, junto con Irán, Rusia, China, Cuba, Bielorrusia y Venezuela, defendió a Corea del Norte en el fundamental tema de los derechos humanos. De alguna manera, bastaría observar a nuestro país en tan desaconsejada compañía, para preguntarnos si el Gobierno está interpretando fielmente el espíritu del pueblo ecuatoriano o limitándose a defender sus prejuicios ideológicos trasnochados. Buenas razones habría para que se nos aplique el tradicional “dime con quién andas y te diré quién eres”. El pueblo sudafricano, al conocer que su Gobierno ha procedido de manera similar, ha visto en ello una traición a Mandela.
Los crímenes de Corea del Norte son aberrantes, van desde ejecuciones públicas utilizando perros hambrientos cuyas dentelladas matan al sentenciado, hasta torturas, privaciones de alimentos y prisiones arbitrarias. Más de 100 000 presos políticos lo atestiguan. El régimen ha suprimido las libertades de pensamiento, conciencia y religión, expresión, información y asociación. Su poderoso aparato propagandístico adoctrina y exige obediencia ciega al líder que predica el odio contra quien se oponga a sus ideas.
En febrero último, la Tercera Comisión de la ONU aprobó un informe que califica de crímenes contra la humanidad a las atrocidades de Kim Jong Un y denuncia “un estado totalitario que no tiene paralelismo alguno en el mundo contemporáneo”. El 20 de noviembre, con 111 votos a favor y 19 en contra, recomendó remitir el caso al Tribunal Penal Internacional.
El Ecuador, cuyo respeto a los derechos humanos, con censurables fallas, ha sido generalmente reconocido; el Ecuador que nunca, hasta ahora, ha puesto en práctica políticas públicas en contra de tales derechos; el Ecuador que tuvo a honra que uno de sus ciudadanos fuera elegido unánimemente el primer Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos; el Ecuador, primer país que promulgó un Plan Nacional de Derechos Humanos; ese Ecuador de un pueblo bueno que respeta los valores éticos y sabe distinguir entre el bien y el mal; ese Ecuador, por obra del actual Gobierno, ha claudicado, dejando de lado sus principios y su tradición.
Sumiéndose en la oscuridad ética, se ha unido a unos pocos para impedir que la ONU inicie un expediente contra Kim Jong Un ante el Tribunal Penal Internacional.
La Asamblea General de la ONU examinará en diciembre el informe de la Tercera Comisión. El Gobierno tendrá entonces la oportunidad para rectificar su actitud y, en armonía con los valores de nuestro pueblo, apoyar la acción ante el Tribunal Penal Internacional. El Ecuador entero así lo exige.