Es evidente que dentro de los agitados momentos políticos que ha vivido Ecuador últimamente, las mujeres han adquirido un enorme protagonismo en un espacio habitualmente reservado a los hombres.
En la Asamblea el número de asambleístas mujeres es de 52 de 137, equivalente al 38% del total, lo que ubica a Ecuador en el puesto 19 del ranking internacional de Mujeres en el Parlamento, y en el 5to puesto de Latinoamérica.
Esto podría deberse a la obligatoriedad legal de presentar listas con paridad de género, pero dado que nuestro sistema electoral establece listas abiertas, habría que profundizar en ese análisis. La realidad es que, tanto en los partidos de oposición como en el oficialismo las mujeres son permanentes protagonistas del debate político.
Tal vez la diferencia sea que las primeras luchan por el cambio de un modelo que ha fracasado, mientras que las otras lo defienden a toda costa.
En todo caso, aunque aún no se ha logrado un real equilibrio entre hombres y mujeres, indiscutiblemente es una situación que se debe aplaudir.
Ahora, por el lado de quienes estudiamos a la política y a quienes la practican, la realidad no parece ser tan auspiciosa. Hace poco se celebró en FLACSO un interesante panel sobre mujeres y política. La politóloga Camila Ulloa analizó en su charla cuáles son los temas que estudian sus colegas latinoamericanas, haciendo referencia también al número de mujeres en la Ciencia Política frente al número de hombres, encontrándose en franca desventaja, a pesar de existir una paridad del 50% al inicio de la carrera universitaria.
¿Qué pasa entonces con aquellas estudiantes que luego de terminar su carrera no aparecen en la misma proporción en la Academia? Kantola señala que hay ciertos comportamientos en los departamentos de Ciencia Política de las universidades que generan una discriminación oculta.
Por otra parte, Ginther afirma que las mujeres solteras tienen significativamente más probabilidades de tener puestos de trabajo en la Academia que los hombres solteros, pero que el matrimonio y la presencia de niños constituyen para ellas desventajas significativas frente a hombres en la misma situación.
En mis clases las mejores estudiantes siempre han sido mujeres (lo siento chicos), y mi preocupación constante es que ese talento no llegue a la Academia, con todos los valiosos aportes que podría hacer a la Ciencia Política ecuatoriana, siempre necesitada de más y mejores ideas.
De esta forma, hago votos porque Carolina, Paula, María del Carmen, Melina o Gabriela, sólo por nombrar a algunas, no abandonen la Ciencia Política, y en un futuro no muy lejano podamos disfrutar de sus contribuciones, sin que eso implique renunciar a cualquier otro sueño, por supuesto.
En eso también deberíamos trabajar los académicos y las universidades.