La Navidad de este año tiene un telón de fondo sangriento, angustioso y pesimista.
No hay día cuando no lleguen noticias trágicas en cuanto a la seguridad de las personas y su vida: 136 mujeres fueron asesinadas en solo 7 meses de este año .
Las noticias prosiguen: tres muertos en un tiroteo dentro de un nightclub; tres tiernas criaturas secuestradas y asesinadas; una persona asesinada con siete puñaladas; un menor de 5 años envenenado; cinco hermanos mueren en fuego provocado. Y éstos son los hechos más notables, de última hora. Hay numerosos, de menor gravedad, que no se denuncian, especialmente por temor a represalias.
Vemos a un ministro del Interior, el señor José Serrano; una cúpula policial actuante; grupos de Policía y de la Fuerza Armada desafiando riesgos personales en la captura de grandes cantidades de estupefacientes, armas y municiones, liberando secuestrados por esa magnífica Unidad Policial Unase. Todo ese esfuerzo -que entraña peligro personal para los que están empeñados en la lucha a fondo contra la delincuencia- parece insuficiente, pues los criminales están mejor armados; forman redes de auxilio inclusive internacional, cuentan con lealtades que no se arriesgan a merecer la muerte en caso de desobediencia o falta de cooperación. Es poco tiempo desde cuando aparecieron en nuestro país los sicarios y sus actuaciones sanguinarias, etc., etc., etc.
Capítulo aparte es la muerte de mujeres o su peligro mortal debido a la violencia de esposos, compañeros, parejas y cuantos más modelos han surgido. Poco a poco están comenzando a denunciar las violencias que, en grado menor que la muerte, les causan heridas, minusvalía, deformaciones, especialmente de su faz .
Entre enero y julio del año pasado se produjeron 133 crímenes contra mujeres. Las víctimas en mayor número fueron de edad entre 16 y 30 años; 52% fueron victimadas en su propio domicilio.
En el año actual 2013 han presentado a los juzgados del país -solo entre julio y octubre- 19 393 denuncias, de las que se han resuelto 5 026 y están en trámite 14 368.
Todavía rige en muchos hombres el prejuicio de considerar a la mujer como un ser inferior que solo tiene que obedecer y trabajar, so pena de recibir insultos, golpes y -en el extremo- heridas y muerte.
Ha desaparecido en alto porcentaje la consideración y respeto para ellas. Inclusive la generación joven de varones las trata con el calificativo de “peladas”. Y ellas no protestan, no reclaman un poco de cortesía y buena educación, menos una palabra o frase de elogio a su belleza y a sus múltiples virtudes y sacrificios.
No es regla general, pero la observación de casos para acudir a la justicia durante medio siglo, nos lleva a la conclusión de que hombre que golpea a la mujer es cobarde. Si le ponen un familiar al frente, la bravata y la amenaza cesan.