Mujeres de hierro

La resistencia tiene ahora rostro de mujer. Y tiene voz indígena, amazónica, afroamericana. La resistencia es kichwa, shuar, waorani, andoa, zápara. La resistencia se pinta la cara con achiote y con huito, canta, alegre y con voz potente, para llevar su mandato al gobernante: un nuevo modelo porque este no funciona parece ser su consigna. Un modelo respetuoso con el agua de sus ríos, un modelo sin minería, sin petróleo, sin contaminación. Un modelo más amable con la naturaleza y más respetuoso con sus territorios y con su vida. Un modelo inclusivo y una mejor repartición de la riqueza. Un modelo que no es sino la ilusión de futuro para los hijos que tiene que alimentar y educar.

Eso es lo que piden las mujeres que se entrevistarán hoy con el Presidente Moreno, luego de haber pasado la semana pasada en Quito sin que se escuche su voz. El Presidente las escuchará por media hora, según ha dicho la prensa. Ojalá la sociedad también las escuche porque, más allá de las consignas y de las pancartas que llevan, sus voces son las voces de madres, hijas, esposas y sus demandas, las de madres, hijas, esposas.

Resistencia es, sin duda, Alexandra Córdova, madre de David Romo, que, desde hace cuatro años y diez meses, busca incansablemente a su hijo y enfrenta a un sistema —policías, fiscales, diligencias, audiencias— que, en lugar de respuestas le da evasivas, versiones absurdas e indolentes. Alexandra Córdova, una madre que ha tenido que ver, sin desmayarse, como, en la reconstrucción de los hechos, las autoridades han quemado en sus narices a un cerdo para intentar demostrar como creen que murió su hijo y la razón por la que no encuentran su cuerpo.
Resistencia, por supuesto, es Marielle Franco, mujer joven, negra, atacada a balazos en el centro de río de Janeiro, en Brasil, defensora de los habitantes de las favelas y de la comunidad LGBT. Marielle, muerta por balas cobardes, será, sin duda, motor de otras luchas, de otras mujeres y su voz contra el machismo, el racismo y los abusos policiales.

Resistencia es la joven africana de ojos negros que habla, firme y solemne, en un fragmento de la película “Flor del desierto” que circula en internet, cuyo testimonio da cuenta de la ablación que se practica a las mujeres de 29 países de Asia y África. Su mirada fija, de hierro, de mujer valiente, encarna uno de los mayores dolores de mujeres sometidas, juzgadas por impuras, abusadas y maltratadas.

Mujeres de hierro. Mujeres de temple. Mujeres cuyas luchas son diarias. Mujeres que no desmayan. Mujeres que caminan días y esperan días, en el sol o en la lluvia, sin abrigo para que se escuche su voz. Mujeres sin miedo. Mujeres de espíritu indomable. Mujeres que hoy son resistencia, que gritan, que empujan, que caminan buscando respuestas para hacer de este mundo, un mundo mejor.

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