Con la muy publicitada visita del exministro griego Varoufakis y sus “reuniones de trabajo” con presidentes entrante y saliente, la inclusión de la moneda electrónica en el Plan de Gobierno, y las medidas de sacrificio fiscal para estimular su uso, queda evidenciado que el presidente Correa deja prescrito que el nuevo gobierno introduzca un sistema de pagos paralelo al del dólar: el fin de la dolarización plena y el ingreso a un sistema de dos monedas, una electrónica y otra el dólar.
Esto explica por qué lo que en el resto del mundo es un medio de pago (como una tarjeta de débito) manejado por la banca y las operadoras de telefonía celular, en el Ecuador se dispone que sea un monopolio del Banco Central.
Contrariamente a lo que repiten las autoridades, la economía queda desestabilizada por un desmedido gasto público. Se requiere USD7 500 millones de nueva deuda al año, y dentro de esa medición no se incluye lo que presta el IESS. A financistas internacionales el Ministro de Finanzas declara que las necesidades totales de crédito del país son USD12 mil millones. Puede que se logre este financiamiento este año, con dificultades, pero cada vez será más escaso el crédito y el gobierno se quedará sin dinero para gastar, o si gasta, sin dinero para pagar.
Lo que otros gobiernos harían es reducir el gasto, incrementar ingresos, y buscar inversión privada para que mueva la economía. Un camino duro, con peligros, pero viable.
Lo que propone Varoufakis, y que aparentemente Correa acoge, es que cuando falte el dinero y se acumulen los atrasos, el Estado pague en papeles. Algo que ya se está haciendo, con TBC.
Si se llega a hacer pagos desmedidos con esos papeles, que sirven para pagar impuestos, comenzarán a transarse con alto descuento. Luego, a medida que los contratistas del Estado o incluso los servidores públicos estén impagos, el gobierno propondrá pagarles con moneda electrónica, lo que aceptarían ante la alternativa de no recibir pago. El gobierno no reduciría el gasto, y cada día, el gobierno pagaría más con dinero electrónico. Los almacenes tendrían un precio más bajo para quien pague en dólares y más alto para recibir dinero electrónico.
Un buen día, el gobierno declararía que el dinero electrónico ya no representa al dólar sino a una moneda nacional, sacaría a circular billetes en nuevos sucres, y pagará todas sus cuentas incluso salarios en la nueva moneda.
De vuelta al sistema, que ya solo aplica Venezuela en América Latina, que el gobierno gasta desmedidamente en base a créditos del Banco Central, a costo de una elevada inflación y permanente devaluación.
Lenin Moreno ha optado por la prudencia: no se ha pronunciado. Queda por ver si acepta el papel de albacea de la herencia correísta, o si se propone tener agenda propia.
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