Modelo de desarrollo de los mulás

Un debate de larga data en economía gira en torno a la mejor manera de hacer llegar la ayuda internacional a los países en desarrollo. ¿Deben los gobiernos de estos países confiar en el saber verticalista de los donantes? ¿O centrarse más en la financiación de soluciones ascendentes determinadas por los destinatarios?

Ahora que la administración Trump propone reducir el presupuesto del Departamento de Estado, así como la cantidad de dinero que distintas agencias estadounidenses asignan a los más pobres del mundo, este debate adquiere una nueva urgencia. Y puede que una respuesta que se está dado en el mundo islámico -destinatario de gran parte de la ayuda estadounidense en los últimos años- contenga lecciones importantes para el por venir.

En pocas palabras, el enfoque actual de los países occidentales no está funcionando, lo que se puede ver más claramente en mi país, Paquistán. A pesar de los aumentos masivos en fondos de ayuda en los últimos años, incluyendo miles de millones autorizados por el ex presidente Barack Obama, quienes estamos en el terreno nos encontramos en gran medida marginados del proceso. Existen aproximadamente 70 oficinas locales de ayuda y 40 ONG internacionales, pero la mayoría de las decisiones sobre cómo gastar el dinero que reciben se toman fuera del país.

Los países beneficiarios de la ayuda, como Paquistán, se encuentran en la parte inferior de la cadena alimentaria del desarrollo internacional. Los presupuestos se preparan en oficinas alejadas del lugar de destino previsto, y los programas bilaterales y multilaterales a menudo establecen las prioridades (como la atención de salud, escolarización o reducción de la pobreza) sin mucha aportación del país receptor. Sin embargo, debido a que los gobiernos beneficiarios tienen tanta hambre de los dólares de ayuda, suelen estar ansiosos por seguir los planes de los donantes y sus contratistas, aceptando las condiciones, los estudios y las evaluaciones y consintiendo cuando se les dice dónde y cómo asignar fondos. Los socios locales sólo pueden recoger las migajas al final de un largo proceso que involucra a demasiados “expertos”, haciendo que los destinatarios se sientan marginados e incapaces de ver un futuro mejor.

Pero, en lugar de simplemente cortar la ayuda, como la administración Trump parece estar decidida a hacer, lo que Estados Unidos debería considerar es reordenar el modo en que la entrega. Y aquí, en el enfoque ascendente que se está probando en partes del mundo islámico, se pueden recoger lecciones importantes.

El vacío creado por las carencias de los programas de ayuda occidentales ha producido soluciones nacionales en lugares como Paquistán, donde los líderes religiosos con espíritu de emprendimiento, los mulás, hacen sentir cada vez más su presencia.

Nadeem Ul Haque
Project Syndicate

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