Los historiadores dicen que el autor de ‘Las cruces sobre el agua’ debió tener entre 10 y 12 años cuando, el 15 de noviembre de 1922, se produjo la brutal masacre de un centenar de obreros y trabajadores que realizaban una marcha en Guayaquil. Los soldados dispararon a matar, los cadáveres fueron arrojados al río Guayas y los familiares arrojaban cruces a la ría.
Joaquín Gallegos Lara, con una incapacidad física desde su nacimiento, seguramente vio la masacre sobre los hombros de un obrero que participaba en la protesta. 24 años después de la tragedia relató el episodio en su libro, considerado como una de las obras más importantes de la literatura ecuatoriana.
Junto a José de la Cuadra, Alfredo Pareja Diezcanseco, Enrique Gil Gilbert y Demetrio Aguilera Malta integraron el Grupo de Guayaquil, que marcó la literatura ecuatoriana en la década de los treinta.
Con el nombre de Joaquín Gallegos Lara, el vicepresidente de la República Lenín Moreno emprendió la segunda parte del programa destinado a ayudar a las personas con discapacidades intelectuales y físicas severas.
Como acostumbra Moreno, sin bulla, con abnegación por lo que hace, pero sobre todo con modestia, anunció la entrega de un bono por USD 240 mensuales a los familiares o responsables de cuidar a personas que tengan impedimentos para valerse por sí mismos.
Durante la primera campaña en la provincia de Cotopaxi, que fue denominada Misión Manuela Espejo, los brigadistas encontraron escenas patéticas de marginalidad y extrema pobreza en torno al asunto de las discapacidades.
Como si fuese una película de ficción, la primera misión descubrió personas amarradas a un árbol o a la cama mientras sus familiares salían a trabajar. El diagnóstico de entonces decía que el trabajo recién comenzaba y que había mucho por descubrir, que el subdesarrollo y la extrema miseria nunca se habían revelado o fue ocultado deliberadamente. La misión visitó 21 provincias e identificó a más de 174 000 personas con discapacidades intelectual o física, en visitas efectuadas a más de 700 000 viviendas.
La segunda parte de la misión establece un fondo de USD 38,2 millones que serán repartidos entre aproximadamente 15 000 personas con discapacidades severas que fueron censadas por las brigadas Manuela Espejo. Además del bono, se entregarán medicinas y alimentos.
Lenín Moreno sabe lo que dice: “La vida de una persona con discapacidad en la ciudad es dura, si esa persona con discapacidad vive en el páramo, en los sectores más recónditos del país, la situación es mucho más grave”.
El Vicepresidente entendió que llegar al poder es mucho más que dar discursos bonitos. Si le dieron esa responsabilidad, el político tiene la obligación de trabajar y servir, eso se llama gobernar.