Los ‘milagros’ de la revolución

Cuando la situación fiscal era boyante, gracias al ‘boom’ petrolero mundial, el Gobierno Nacional se explayó en la ejecución y promoción de obras, a lo largo y ancho del país, algunas de ellas suntuarias.

Y daba la impresión de éxito extraordinario en el manejo de las finanzas, a tal punto que hubo quienes calificaron al presidente Rafael Correa de ‘jaguar latinoamericano’ y reivindicaron dicha bonanza como un ‘milagro’ de la revolución ciudadana, lo cual tuvo repercusión en el exterior. Pero luego se esfumaron esos mitos y se convirtieron en espejismos.

Con la estrepitosa caída del precio del crudo, asimismo a nivel mundial, se requirió un drástico reajuste de la caja fiscal, como ocurrió en muchos países, y no se supera del todo hasta ahora, pese al incremento de las salvaguardias, la preventa del petróleo, el endeudamiento agresivo con altos intereses, etc.

En forma reiterada se ha reclamado que, en lugar de construir más unidades educativas “del Milenio”, se multipliquen los locales educativos, funcionales, que estén acordes con nuestra realidad, en tantas ciudades y poblaciones que necesitan escuelas y colegios.

El Presidente de la República dispuso hace algún tiempo que varios centros de recreación, de uso exclusivo de empleados de ciertas instituciones estatales y de sus familiares, sean abiertos al público.

Y, paradójicamente, hace unos meses se destinó una de las mansiones más opulentas del Ecuador, con piscina, etc., ubicada en un sitio cercano a Quito, incautada a un exbanquero, para el funcionamiento de aquel organismo que suele descubrir aparentes intentos de sedición y golpes de estado blandos, con palos puntiagudos y otras armas letales…

Se ordenó el recorte de sueldos a los altos funcionarios públicos. Pero más tarde se autorizó la contratación de asesores extranjeros para la Universidad Yachay, con un sueldo de 16 300 dólares mensuales y viáticos de 300 dólares diarios cuando esporádicamente vienen al país.

Y poco tiempo después se canceló al Rector, que también percibía igual remuneración, quien ha denunciado anomalías, que están ya en manos de la Contraloría y se ha plantado firme en su posición de que se prefiera un proyecto menos faraónico, más realista. Este es un criterio que comparten expertos respetables, que aplauden la idea de que se transforme un “sistema universitario parroquial” en universidad “de nivel mundial”, pero sugieren que se aproveche la infraestructura existente en algunos establecimientos de categoría A y que se actúe sin precipitaciones, obsesiones ni derroches.

Es oportuno recoger el criterio de un destacado académico: “El proyecto Yachay, como está concebido actualmente, solo traerá desilusión, fracaso y despilfarro”.

Estos son tan solo ejemplos de que, pese a todo, subsisten el dispendio, la ostentación y las contradicciones.

cjaramillo@elcomercio.org

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