Los hechos confirman el daño que produce el populismo con su demagogia y engaño. Esa es la experiencia de Venezuela. Prepotencia, arrogancia y autoritarismo como si nunca iban a perder. Insultos y maltrato al que no se alinea al pensamiento único, galopante corrupción, con entes de fiscalización y la administración de justicia controlados por el poder. Persecución, sentencias y cárcel para opositores. Control y sometimiento a los medios de comunicación. Pese a todo esto, y gracias a una reivindicación de las FF.AA., que garantizaron el respeto al pronunciamiento popular, les llegó la hora de la verdad.
La mayoría de venezolanos se hartó por la profunda crisis económica, con la inflación más alta del mundo, y la ineficiencia de un gobierno irresponsable que trataba de tapar la realidad con el doble discurso. Le castigó en las urnas en los comicios legislativos y dio el triunfo a la oposición, que tuvo una virtud: ir juntos y no divididos.
Este es un ejemplo para Ecuador a fin de que reflexionen y paren las mismas prácticas frente a un país que camina mal. No contentos con la aprobación de enmiendas constitucionales, el poder anuncia un nuevo paquete de reformas e incluso el envío de los cuestionados proyectos de Herencias y Plusvalía.
Algo pasa en la cabeza cuando distraen con nuevas enmiendas y niegan la evidente crisis económica que agobia al país. Con ello no se arreglará el problema angustioso de trabajadores que se quedan sin empleo, se reduce la capacidad de compra, escasean los recursos y a duras penas tapan huecos, a la espera de nuevos créditos, pero el dispendioso gasto público sigue. Por ello hasta en filas del oficialismo se desconciertan y en reserva cuestionan las nuevas propuestas políticas. ¿Qué quieren? ¿Acelerar procesos del descalabro interno, que incluso ponen en riesgo todo lo que se ha logrado y se ha avanzado en lo social? ¿Quieren el caos, mayor confrontación y represión en la calle, que haya muertos y heridos, detenidos y sentenciados con la justicia obsecuente que hay?
Viven de las encuestas pero no hacen caso a aquellas que advierten que una mayoría creciente sostiene que el país va por mal camino, que empeora la situación interna y que se requieren cambios en la conducción. Un día hacen un llamado al sector productivo para trabajar juntos pero luego le fustigan y reactivan proyectos que generan desconfianza e incertidumbre y provocan reacciones. Aprueban entre las enmiendas la garantía de las pensiones de retiro de los militares pero les acusan de crímenes de lesa humanidad y luego quieren utilizarles para que complementariamente actúen en seguridad interna y participen en las acciones policiales de represión contra manifestantes, sin reparar que las FF.AA. como institución no se han manchado las manos como aquellas del Cono Sur. Nunca lo hicieron ni lo van hacer, aunque cambien de comandantes, para dar gusto a un régimen desgastado.