Es bueno curarse en sano y a tiempo para que mañana, como se acostumbra, no se busquen culpables de todos los males que aquejan al país. En esta época de concentración de poderes, en la que los discursos cambian para acomodarse en los puestos públicos y no abandonarlos, se ha establecido una responsabilidad única, incluso en temas delicados cuyos procesos deben ser manejados por los técnicos que saben del oficio en la erupción del Cotopaxi y luego con la amenaza de El Niño.
Chile, golpeada de nuevo por un fuerte terremoto, es un buen ejemplo porque cuenta con un gran sistema de prevención, autoridades estudiadas y preparadas, funciona al instante un sistema de alerta temprana y cuentan con un fondo de contingencia para afrontar las emergencias y minimizar los impactos, en contraste con el desastre económico y social en Haití el 2010. No solo que guarda ingentes recursos con excedentes en la venta del cobre, sino que fija en su presupuesto anual.
Acá, establecer la responsabilidad única con la información final sobre lo que pueda suceder con la erupción del Cotopaxi, más allá del manejo responsable que han hecho los técnicos profesionales, en un campo en el que ni siquiera en la institucionalidad creada entienden bien los problemas de los fenómenos naturales que pueden devenir en desastres sociales y económicos. En 1985 conocimos la trágica experiencia de Armero, Colombia, y sus miles de muertos, y allí parte de las fallas fue de las autoridades de entonces, que burocratizaron y demoraron la entrega oportuna de la información.
Un ejemplo de trabajo ha sido el Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica y no puede someterse a la interpretación política. Los técnicos aportan mucho y tienen que hacerse valer por la enorme responsabilidad que tienen. La gestión de riesgos debe partir -como en Chile- de la educación y capacitación de sus pobladores en forma previa y oportuna y no solo cuando comienza a intensificar el volcán, se declara el estado de excepción y se buscan sistemas de alerta temprana. No puede repetirse el caos y confusión que se generó en Latacunga el mismo día que se emitiera el decreto 755 (15 de agosto). Los medios de comunicación, no solo a través de los oficialistas, tienen la responsabilidad de contribuir con información útil y oportuna para los ciudadanos. Hay que evitar una catástrofe, prepararse y trabajar todos al unísono en la defensa frente a estas amenazas.
Establecer la responsabilidad única en el manejo de la economía cuya situación actual es compleja porque se administró la bonanza, el gasto público se ha exagerado y se intensificó el endeudamiento externo. Cuando hubo ingresos adicionales por el precio alto del petróleo no se guardó algo a través de un fondo para tener recursos a fin de afrontar las emergencias. Se generó una expectativa de que la crisis ha pasado y hoy se reconoce que la economía tendría un crecimiento bajo, nulo o negativo.