Resulta una ruindad el que un ex gobernante, que ha perdido la cabeza porque la justicia le pisa los talones por lo que hiciera en el poder durante una década de abusos de todo orden, reaccione con discriminaciones de odio cuando él precisamente sembró la división, la confrontación y el odio entre ciudadanos.
Qué calidad moral tiene una persona que ejerció el poder con abusos, autoritarismo, prepotencia, criminalización de la protesta y que permitió, por acción u omisión, tanta corrupción que comienza a ser destapada y refleja el festín de recursos del Estado, la utilización de dinero público, confirmada por la Contraloría, para contratar a delincuentes a fin de que perpetren un secuestro en otro país, lo que sería peculado.
A tal punto llega la pobreza de principios, la amargura y frustración que actúa con bajeza al meterse en la vida personal de otro ser humano para denigrarle porque las circunstancias de la vida le produjeron una grave lesión y le condenaron a una silla de ruedas. Qué ganó con eso: repudio. Solo la ambición política desmedida, que no respeta a la propia familia y peor a la de otros, puede explicar que una persona que destila odio, que perfeccionó este mal en el paso por el poder, sufra un trauma profundo. Explica aunque no justifica actitudes que reflejan la miseria humana.
Un político y una autoridad están en la vitrina y por tanto, sujetos al escrutinio público pero no tienen patente para criticar a otros y no aceptar cuestionamientos. Alguien que vivió dificultades en su infancia y en su familia, no por culpa de él sino por circunstancias de la vida, por errores de un padre que pagó una pena por tráfico de drogas, porque murió un ser querido cercano, porque hubo necesidad económica y la madre con valentía tuvo que hacer esfuerzos para educar a sus hijos, no debe hablar despectivamente en lo personal, porque es escupir al cielo.
Eso pasa cuando creyeron que el poder era eterno, pero al acabar las funciones son seres humanos comunes como todos. Tienen que dejar las muletillas de los populistas mediocres de responder sin sustento que son perseguidos políticos. Deben responder con pruebas concretas de descargo ante los órganos de justicia en el primer juicio en su contra, pero no han podido hacerlo.
Debiera venir para que responda por tantos abusos y atropellos cometidos y tiene el derecho al debido proceso y a la defensa (con los mismos magistrados que patrocinó), contrariamente a lo que él no observó cuando en las sabatinas dictaminaba lo que deben hacer jueces y fiscales. Lo que pasa es que sabe en su conciencia lo que hizo y le van a pedir cuentas. Que venga para que responda, no solo por el secuestro en el que es procesado sino por las varias investigaciones que están en marcha, con informes de indicios de responsabilidad penal.