Podría empezar diciendo que es trágico que nuestra vuelta a la cordura internacional y a una política exterior sensata (¡ojalá!) haya sido en el tiempo y la era Trump. Mucho más tranquilidad y legitimidad tendría si un gobierno ecuatoriano lo hubiese hecho durante un gobierno medianamente razonable e institucional como el de Obama. Inútil llorar sobre la leche derramada.
La visita del vicepresidente Mike Pence es tan sólo un puntapié inicial de un largo camino para rehacer una relación maltrecha, en un momento donde todo está mal en EE.UU.: la política comercial, la económica, la social y sobre todo la migratoria.
Y es muy simple hacerlo: el gobierno de Lenin Moreno y el nuevo Canciller deben profesionalizar el servicio consular antes que ninguna otra jerarquía dentro de la maltrecha carrera diplomática. Puede haberles parecido muy ingenioso esconder la cuota política -que debería ser solamente para embajadores y tal vez encargados de negocios- en todos los estamentos del servicio diplomático, pero los migrantes somos los que pagamos los platos rotos. En ninguna parte del mundo se manda “recomendados políticos” al servicio consular. Primero, porque son los encargados de manejar los datos personales, íntimos y privados de los ciudadanos y extranjeros a quienes sirven; segundo porque tienen que manejar y asistir en documentos empresariales y confidenciales de quienes invierten o comercian con el Ecuador y su falta de profesionalismo aliena a la inversión extranjero y; tercero por simple ética pública y decencia.
Las cosas no están cambiando. A Rolando Vera, cónsul político en Toronto, lo acaba de reemplazar la esposa del ex director del IESS, Richard Espinosa. En Palma de Mallorca en España acaba de llegar este jueves Andrei Escobar, cuyo mérito es ser esposo de la ex delegada del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, Doris Gallardo. Donde vive mi hermana acaba de llegar el cónsul, radiodifusor ecuatoriano-colombiano y consumado correísta, Ramiro Diez, que nada sabe de procesos consulares. Álex Guamán, ex asambleísta estuvo en Miami. Y no quiero contar todos los no-diplomáticos en el área de Nueva York hasta el 5 de junio. No puede haber una política migratoria seria y profesional así.
Hay un nuevo Canciller y supongo que ninguno de estos nombramientos le corresponden. Por eso escribo, porque quiero ser optimista y si ahora no se arregla esa piedra angular del servicio exterior y migratorio y nos tratan a los migrantes como simples efectos colaterales del juego político nacional y el clientelismo, tal como lo inauguró la administración pasada, no avanzamos. Borrón y cuenta nueva, es el momento de transparentar todos los nombramientos y ofrecer un servicio profesional y de estado a los migrantes, especialmente a los más vulnerables, los que realmente sufren con todos estos entuertos.