Sí, hay un miedo estructural y profundo en la adolescencia ecuatoriana, en especial en nuestras niñas. Es un temor a la vida, a la casa, al espacio público, a la escuela. Es un pavor que emana de la pobreza, de la violencia, de la desprotección y la desesperanza.
Tal evidencia surge de un ejercicio de investigación participativa realizada por la ONG Plan Internacional, quien pidió a 1500 niñas entre 12 y 16 años de escuelas fiscales de barrios urbanos, semiurbanos y rurales de nueve provincias del Ecuador, que escriban cartas informando sobre su situación y expectativas.
El problema que más visible es la violencia.
Un 58% de las niñas denuncian haber experimentado maltrato. El 37% dice que esa violencia es de tipo psicológico y que la viven en sus hogares. Un 30% señala que ha sido agredida físicamente en sus casas: “…Yo nunca quisiera conocer a alguien como mi papa porque el cuando mi mama dio a luz se fue con otra y después me haogo con las colchas queriendome matar y despues se fue a EEUU”, escribe Pris de 15 años.
Un 24% de las chicas cuenta vivir violencia sexual en los espacios públicos.
Un 10% dice ser agredida sexualmente en el hogar y el 3% en escuela. Mas en este mismo espacio el 9% señala que ha sufrido maltrato de sus padres y un 2% se queja de sus profesores o autoridades.
Ari de 11 años relata: “…Yo he pasado por muchas cosas horribles en el colegio a mi los chicos me han querido pegar y una vez me quisieron besar ellos me han querido manosear hasta han intentado besar ellos me han manoseado los pechos ellos me han hecho besar con alguien que no me gusta…”.
El embarazo es la mayor angustia de las niñas: 94% de ellas reitera en sus cartas esta preocupación. Un 31% de chicas en el Guayas menciona el tema del aborto. También les intranquiliza la pobreza, la inseguridad, la salud y la migración.
El 12% habla del suicidio y la depresión. El 59% tienen miedo de ser retiradas del sistema educativo por los problemas económicos de sus familias.
Todo esto, según Plan Internacional (EL COMERCIO 10-10-2013), revela que “Hay una discriminación estructural hacia las niñas y mujeres”… correspondiente a “sociedades patriarcales que ponen el acento, la valoración en lo masculino” y desde ahí “todo lo femenino se ve como menor, a veces se ridiculiza y las niñas nacen con esa carga”.
“Aspiraríamos -dice con firmeza Rosana Viteri, directora de Plan- a que las niñas crezcan, no con miedo sino con autovaloración…, a que las niñas ecuatorianas no se resignen con poco, que sueñen en grande, que peleen por esos sueños, pero que exista una sociedad que esté dispuesta a acompañar esos sueños”. Pero no solo de la sociedad, sino también del Estado y de sus representantes, en especial de las líderes mujeres con dignidad, sean ministras o asambleístas.