El cambio climático es probablemente el mayor reto que enfrenta la humanidad en nuestros días. Sus consecuencias son palpables y serán desastrosas si no tomamos acciones a la brevedad.
A finales de este año tendrá lugar en Cancún, México, la más importante cita internacional para discutir la problemática del cambio climático. La 16ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 16) y la 6ª Conferencia de las Partes del Protocolo de Kioto (CMP 6). Como Presidente entrante de la COP 16/CMP 6, el Gobierno de México está haciendo todo lo que está en sus manos para lograr acuerdos y acciones con la participación equitativa de todos los países y grupos de interés.
América Latina representa un crisol de culturas, identidades y circunstancias. Compartimos, en la diversidad, una hermandad histórica, un interés común. Es nuestra expectativa contar con el apoyo de Ecuador y de los países latinoamericanos para hacer de Cancún una contribución regional a un éxito global.
Pero, ¿qué se ha hecho en camino a estas Conferencias? Primero, hemos promovido consultas informales amplias y equitativas con las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y su Protocolo de Kioto. Segundo, estamos fomentando la participación activa de todos los sectores sociales. Tercero, buscamos fortalecer el sistema multilateral y el papel de Naciones Unidas y las instancias negociadoras del sistema climático internacional. En este contexto, cada país contribuirá a los esfuerzos de mitigación en la medida de sus propias responsabilidades y capacidades. Cuarto, estamos fomentando entendimientos entre los países en desarrollo y los países desarrollados para lograr avances en materia de mitigación y adaptación al cambio climático, para la puesta en marcha de un mecanismo financiero estable.
El cambio climático está exacerbando nuestra vulnerabilidad a los desastres naturales. En Ecuador el aumento de la temperatura global provocará la intensificación de los efectos negativos del fenómeno de El Niño sobre la agricultura, la ganadería, la pesca y la integridad de los suelos, bosques y selvas y, en consecuencia, de la salud humana.
Estas son señales de alerta a la necesidad de trabajar juntos para preservar los ecosistemas en toda América Latina; cambiar nuestros patrones de producción y de consumo; reorientar las inversiones hacia tecnologías limpias, eficientes y renovables, y fortalecer la cooperación.
Los gobiernos no pueden actuar por sí solos. Es nuestra opción, en las actividades diarias, reducir nuestra huella de carbono. Se requiere la participación clara de toda la sociedad.