En la teoría inicial los votos eran opciones ciudadanas por un candidato, nulos o blancos. La evolución de las percepciones y el análisis político creó calificativos adicionales que corresponden a indagar intenciones ocultas de los ciudadanos convocados al sufragio. Así surgieron la calificación de votos vergonzantes y últimamente, en el Ecuador de Febrero del 2017, los votos útiles. En consecuencia, ya no se trata del ejercicio de conocer las tendencias de los sufragantes, sino percibir la filtración de los motivos que aflorarán a última hora.
Estos subterfugios interpretativos son acomodos coyunturales, sin contenido político o ideológico y evidencias de un escenario confuso y de expectativas crecientes. Por ejemplo, en el proceso del próximo domingo, lo más importante es si hay o no segunda vuelta. Interprétese como un presagio o esperanza antigobiernista. En términos más concretos si hay cambio o continuismo: ¿correísmo o anticorreísmo? Una situación que ya se experimentó en las elecciones regionales pasadas, principalmente con la elección del alcalde de la capital.
En la historia nacional y de otros países el voto vergonzante ha sido un instrumento de seguridad. Es clásico el ejemplo de lo sucedido en el Ecuador en las elecciones de 1996 cuando el triunfo presidencial se dio luego de que las encuestas previas, incluso las de “boca de urnas”, lo daban por derrotado. Un claro ejemplo de un voto oculto por vergüenza de dar a conocer que se votaba por un candidato aparentemente anti sistema. En otros casos, s la mentira sobre la decisión ha sido oculta por miedo a un gobierno autoritario o a perder beneficios del mismo. Es posible que esta curiosa ansiedad se deba a la coexistencia del absurdo constitucional de clasificar votos válidos y por ende de votos inválidos junto el sistema de la segunda vuelta. Los electores, por tanto, han sido convocado a un hipódromo donde deben adivinar al caballo ganador y al “place”.
La decisión de los constituyentes de Montecristi de clasificar los votos en válidos e inválidos debe haber respondido a la estrategia de conservar el poder en las elecciones que se realicen en el futuro. Para tal propósito era necesario achicar el universo del escrutinio y ampliar la ventaja de la primera mayoría. En las actuales circunstancias, además puede ser un buen instrumento para acercarse a un triunfo en la primera vuelta, a pesar de las turbulencias petroleras y el “jogo bonito” de las empresas brasileñas que contratan en el exterior. De esta manera la supuesta norma ética de la democracia, como es la que el elegido sea por la mitad más uno de los electores queda suprimida para favorecer los “altos intereses de la nación y la revolución”.
Nota.- En la última columna, al final de la misma se mencionó el párrafo de un artículo de una columnista de diario El Universo y se omitió el nombre de la autora. Se trataba de la Dra. Gabriela Calderón de Burgos.