El Mesías

Querido Niño, hoy es Nochebuena. La familia se reúne para celebrar tu nacimiento. Antes de los regalos te cantaremos y reflexionaremos. Las anteriores noches de la novena hablamos de tu presencia que evoca la paz, la solidaridad y el permanente renacer de la esperanza. Hoy toca la lectura del Evangelio según San Lucas 2,8-20: “… El ángel les dijo: No temáis, os traigo la buena noticia, la gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor...”

A renglón seguido seguiremos con la lectura de la “Reflexión” del autor de la novena José Nevado, S. J. : “El pueblo de Israel esperaba a quien lo salvará de la maldad y la opresión; el mundo entero esperaba, aun sin saberlo, a quien lo salvará. Y ya está aquí. El pueblo de Dios esperaba al Ungido, al Mesías, al destinado por Dios a realizar su obra… Pero no solo es un enviado de Dios, es el mismo Señor, creador del mundo, el que viene a salvarlo…”.

Luego vienen las Preces. En esta parte se pide que todos repitamos: “Que te encontremos, Salvador, Mesías, Señor”…“En este mundo que todavía está en tinieblas y a tientas busca la luz, danos la claridad que viene del cielo. Todos: Que te encontremos, Salvador, Mesías, Señor” ... Y así, más y más pedidos.

Querido Niño, cuánto de tu proclama ha hecho bien al mundo, sobre todo cuando son escuchados y practicados tus mensajes de paz, tolerancia, libertad, rebeldía ante la opresión, sacrificio y amor por los demás, particularmente por los más débiles y pobres. Sin embargo, hay muchos que usan tu imagen y tu voz para hacer todo lo contrario. Siembran violencia, resentimiento, miedo y amparados en la palabra de San Lucas anteriormente leída, hacen mucho daño reproduciendo un fenómeno cultural, social y político denominado mesianismo, que está en todas las religiones y pueblos y que nos ha vuelto conformistas, inútiles, paternalistas, oportunistas y sumisos.

Por esta comprensión mesiánica de la vida que está clavada en nuestra mente y genes culturales tenemos una profunda incapacidad de enfrentar y resolver con creatividad y ‘cabeza propia’ los problemas individuales y colectivos, las esperanzas de cambio y justicia, esperando siempre que la solución venga de fuera, del otro, especialmente del ‘ungido’ o del ‘mesías’, de algún líder carismático que creyéndose el ‘elegido’ y manipulando conscientemente estas íntimas sensibilidades y religiosidad, refuerza su poder promoviendo el conformismo y la sumisión con políticas clientelares.

Querido Niño, el populismo sustentado en el mesianismo ha sido, es y será el más perverso peso de nuestra historia política.

Mientras haya pobreza, ignorancia y el enloquecido afán de enriquecimiento y poder, allí estará.

Pero, al menos esta noche, a más de los abrazos y regalos, permítenos cuestionar a San Lucas.

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