Merecido premio

El 12 de octubre el Comité Nobel Noruego anunció que el Premio Nobel de la Paz se entregaría a la Unión Europea (UE). El premio fue recibido con excesivas críticas, sobre todo por la actual crisis económica en Europa. Esas críticas solo consideran el pasado más reciente y no los méritos por los que la UE se merece este premio.

El primer paso hacia la integración europea se dio cuando el continente todavía estaba en ruinas, en 1951, con la fundación de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero. Si bien el objetivo era puramente económico (crear un mercado eficiente, confiable y sin subsidios para ambos productos), el paso central fue político, pues en ese momento, cuando solo habían pasado 6 años del fin de la II Guerra Mundial, la importancia de que Alemania, Francia e Italia se sentaran a negociar la cooperación entre los tres países fue un inmenso avance para darle paz y estabilidad a la región. En realidad, la primera Comunidad incluyó también a Bélgica, Luxemburgo y Holanda, tres países que habían sufrido bajo la ocupación nazi y para los cuales también era un mérito sentarse a trabajar en paz con sus viejos enemigos.

Recordemos que Alemania y Francia habían tenido tres sangrientas guerras en 75 años (1870 - 1871, 1914 - 1918 y 1939 - 1945) y solo en la última conflagración, la II Guerra Mundial, hubo más de 60 millones de muertos.

Seis años luego del primer paso, en 1957, se fundó la Comunidad Económica Europea (CEE), que empezó a poner los cimientos del mercado único. Durante la Guerra Fría, la mayoría de los países de Europa Occidental fueron ingresando en la organización.

Para 1989, al caer el Muro de Berlín, Europa era un continente muy rico (gracias, entre otros factores, a la CEE) y no había sufrido ni una guerra en más de 40 años (un récord).

Vale aclarar que para ingresar a la CEE no solo era necesario liberalizar los mercados sino también tener un sistema democrático. Por eso, España tuvo que esperar a la muerte de Franco para solicitar su ingreso.

El colapso del comunismo produjo problemas en el continente, sobre todo en la ex Yugoslavia, pero para mediados de los años 90, la región estaba nuevamente en paz y muchos de los países que habían sufrido bajo la represión comunista empezaron a hacer todas las reformas económicas y políticas necesarias para ingresar a la UE. Gracias a esas reformas, hoy muchos de los países de Europa Oriental tienen democracias saludables y gozan de niveles de libertad similares a los de sus contrapartes occidentales. Y en eso la UE jugó un papel central y lo sigue jugando en Bulgaria, Rumanía y Hungría, países donde el Estado de Derecho aún no se consolida.

Con la excepción de los conflictos en la ex Yugoslavia, Europa lleva casi siete décadas de paz. Y por todo esto, se merece el premio.

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