Nouriel Roubini
Project Syndicate
La derrota de la populista de derecha Marine Le Pen a manos de Emmanuel Macron en la elección presidencial francesa da un respiro a la Unión Europea y al euro, pero todavía abundan riesgos geopolíticos. La victoria de Macron no aquietará la reacción populista antiglobalizadora en Occidente, que todavía puede generar proteccionismo, guerras comerciales y fuertes restricciones migratorias. Si las fuerzas desintegradoras se asientan, la salida del Reino Unido puede llevar a la ruptura futura de la UE, con o sin Macron.
Mientras tanto, Rusia mantiene una conducta agresiva en el Báltico, los Balcanes, Ucrania y Siria. En Medio Oriente todavía hay varios estados cuasifallidos, como Irak, Yemen, Libia y Líbano. Y las guerras por intermediarios entre la Arabia Saudita sunita y el Irán shiita no dan señales de estar cerca de un final.
En Asia, cualquier movida apresurada de Estados Unidos o Corea del Norte puede precipitar un conflicto militar en la península de Corea. Y China sigue promoviendo (y en algunos casos, escalando) disputas territoriales con sus vecinos.
Pese a estos riesgos geopolíticos, los mercados financieros globales no dejan de subir.
Deberíamos preguntarnos si los inversores no estarán subestimando el potencial de que uno o más de estos conflictos se conviertan en una crisis más seria (y qué se necesita para despertarlos de su error, si así fuera).
La indiferencia de los mercados a los riesgos geopolíticos tiene muchas explicaciones. Para empezar, incluso aunque gran parte de Medio Oriente está en llamas, no hubo embargos ni cambios bruscos en la provisión de petróleo, y la revolución del gas de esquisto en Estados Unidos aumentó el suministro de energía a bajo costo. En conflictos previos en Medio Oriente (por ejemplo, la Guerra de Yom Kippur en 1973, la Revolución Islámica de Irán en 1979 y la invasión iraquí a Kuwait en 1990), las alteraciones del suministro de petróleo causaron estanflación global y profundas correcciones en las bolsas.
Una segunda explicación es que los inversores están extrapolando a partir de shocks anteriores, como los atentados del 11 de septiembre de 2001, cuando las autoridades lograron controlar la situación sosteniendo la economía y los mercados financieros con fuertes medidas fiscales y monetarias expansivas, que al revertir en cuestión de días o semanas la caída de las cotizaciones, la convirtieron en una oportunidad para la compra de activos.
En tercer lugar, los países que sí experimentaron perturbaciones bursátiles localizadas (como Rusia y Ucrania tras la anexión rusa de Crimea y la incursión en el este de Ucrania en 2014) no tienen suficiente peso económico para afectar a Estados Unidos o a los mercados financieros globales.