Lo que tenía la apariencia de una ligereza del responsable del fideicomiso CFN-AGD No Más Impunidad se ratifica, con el paso de los días, como un acto destinado a enviar un mensaje. Hoy resulta que el embargo de la información de la revista Vanguardia, que incluyó el despliegue desmedido de la fuerza pública y la revisión de las pertenencias de varios periodistas, no es un atentado a la libertad de expresión sino una acción con el fin exclusivo de cobrar los dineros del pueblo.
Nadie en sus cabales puede oponerse al derecho del fideicomiso a cobrar el dinero por una supuesta deuda de arrendamiento, que según los responsables de la publicación había sido consignado a un depositario judicial. Pero de ahí a la intimidación y el embargo hay mucha distancia. Además, el editor de la revista dice que la notificación de la coactiva les llegó la mañana de ese viernes 17 y les fijaba un plazo de tres días, pero el desalojo se produjo esa misma tarde.
Se elogia, desde luego, la entereza del fideicomiso para emprender, justo con una publicación crítica del poder, un cobro que desde agosto del año pasado no ha dado resultados. El fideicomiso tiene a su cargo más de 500 bienes, entre edificios, terrenos, empresas. Seguramente los casi USD 15 000 servirán para empezar a llenar el hueco de USD 2 000 millones…
Se elogia también que la acción venga de un Gobierno que prefirió quedarse con los medios incautados a los Isaías para usarlos bajo la etiqueta de medios públicos, en lugar de venderlos para cumplir el loable objetivo de recaudación. Y, por último, es reconfortante para la transparencia y el buen manejo de los dineros del pueblo, saber que se está gastando millones de dólares, sin rendir cuentas a nadie, para emprendimientos en prensa escrita que no fructifican y no logran cubrir el fiasco del llamado primer diario público.
Después de lanzar el globo de ensayo del viernes 17, los estrategas mediáticos (se nota la falta de lectura política) midieron el impacto y ahora lo defenderán usando todo su poder propagandístico. Principios son principios, dirán. Con este regalo navideño no sucedió, al parecer, lo mismo que con el regalo del año pasado, cuando la señal de Teleamazonas fue suspendida con pretextos administrativos. Ahí no hubo reivindicación pues las encuestas aconsejaron prudencia. Quienes hacen las cuentas en Carondelet seguramente vuelven a frotarse las manos.
Con la popularidad alta, con la posibilidad de una innecesaria consulta a propósito del combate a la inseguridad, la tentación debe ser muy grande. Está claro que el Gobierno no se detendrá en su propósito de arrasar con los medios independientes para escuchar solo su voz, su única voz; ese sueño no es nuevo y ha acompañado a todos los proyectos totalitarios, que han durado pero no han perdurado. En todo caso, el mensaje está enviado y harían mejor en no encubrirlo.