Bien hizo el poeta nicaragüense Rubén Darío al incluir en su obra ‘Cantos de Vida y Esperanza’ el poema Juventud divino tesoro. Es verdad que representan eso y mucho más. Sin embargo, esta etapa de la vida tiene que ser bien administrada.
El general Douglas McArthur decía que la juventud no es un período de la vida sino un estado de espíritu, una victoria del coraje sobre la timidez, del gusto de la aventura sobre el amor a la comodidad. Uno no se vuelve viejo por haber vivido un gran número de años sino por haber desertado de un ideal. Los años arrugan la piel pero renunciar al ideal arruga el alma. Joven es aquel que se sorprende y se maravilla; el que desafía los acontecimientos y encuentra su alegría en el juego de la vida. Una de las frases célebres del gran escritor Juan Montalvo fue: desgraciados los pueblos donde la juventud no haga temblar al tirano.
Estas reflexiones llaman a la meditación de lo que hoy ocurre con una parte de la juventud, felizmente no es toda, que por tristeza o alegría se refugia equivocadamente en el licor o en la droga. Cierto es que se debe partir del descuido de los padres por desconocer por dónde caminan y qué hacen. Más aún aquellos que por la migración se fueron del país y solo envían dinero, a veces mal administrado, con lo cual creen que arreglan el problema.
Lo grave es que esa población de jóvenes, que dejó de leer y aprovechar mejor el tiempo, no se da cuenta que esto no se recupera y que el mal camino conduce a un túnel sin salida. Basta escuchar testimonios de quienes transitaron por ese sendero y años después se dieron cuenta y volvieron arrepentidos a la normalidad. Nadie debe impedir que los jóvenes disfruten justificadamente, actúen libremente dentro de parámetros normales y permitidos, pero eso no puede ser un modus de vida permanente y peor si se exceden.
Otro caso que ha estremecido últimamente: la muerte de un profesional en Cuenca, que quiso mediar en una riña de jóvenes que habían ingerido licor y fue asesinado. Más allá de los resultados de las investigaciones, deben preocupar los hechos. Por ello el Gobernador del Azuay se mostró sorprendido por el accionar de los jóvenes que se exceden en el consumo de alcohol e incluso en algunos casos con el uso de drogas y que detrás de ellos están los que trafican.
No puede generalizarse pero debe llamar la atención los niveles de consumo de licor y droga que genera violencia juvenil y como secuela de ellos, resultados lamentables. Así como hay jóvenes correctos, estudiosos y respetuosos, también existe desconcierto por la forma como actúan otros, al margen de la razón y les importa poco conducir borrachos un vehículo. ¿Eso es volar libre y disfrutar de la juventud con trago o droga? Un llamado de atención para sentarse a escucharles, reflexionar y rectificar.