Hay gente que se pasa la vida tratando de entrar en el libro Guinness de los records pero no lo logra. Hay otros que llegan a él sin querer, porque se destacaron de una u otra manera excepcional en su oficio. Alfonso Espinosa de los Monteros no se “palanqueó” alcanzar un espacio en ese ícono de lo excepcional, pero llegó a batir un record mundial por haberse convertido en el presentador de televisión con más extensa presencia en el mundo.
Ese logro es, de suyo, muy destacable, pero la carrera de Alfonso no ha sido solo de resistencia. Ha tenido una larga trayectoria porque ha realizado su labor profesional con credibilidad y buen criterio. No se ha reducido a ser un “lector de noticias”, sino un periodista hecho y derecho que sabe lo que presenta y lo hace con un destacable equilibrio de lealtad a los hechos y necesaria dosis crítica.
El prestigio de periodista profesional y equilibrado que tiene Alfonso lo constatamos cotidianamente. Pero ahora podrá confirmarse por otro medio: la lectura de su libro “Memorias”, cuya primera parte, que comprende desde los años 1961 a 1988 y está ya está circulando, editado por “Debate”.
En su obra, Alfonso cuenta su vida de periodista que ha sido testigo de la vida nacional desde inicios de la década de los sesenta. Al hacerlo, narra también los acontecimientos del país tratando de ser fiel a los hechos, presenta además, su visión de ellos y su interpretación personal. Esos ejercicios, desde luego, no son aislados, ya que toda mirada a la realidad lleva a interpretarla de una manera específica, sobre todo si se trata de transmitirla al público.
En el libro se constata con nitidez que ni periodistas ni narradores o comentaristas de la realidad son “asépticos”, que describen los hechos sin tener una postura sobre ellos. Todos los observadores e intérpretes de la vida social tienen una opinión sobre ella. Lo importante es que no la expongan como si fuera la verdad única, sino que en forma responsable, cuenten y juzguen la realidad más allá de su propia subjetividad.
En su cotidiano trabajo de periodista como en sus “Memorias”, Alfonso Espinosa mantiene esta última actitud. Al narrar los hechos trata de ser objetivo, de presentar sus diversas facetas. Pero al ofrecer una interpretación sobre ellos procura también que su visión personal corresponda con la realidad. Ejerce con credibilidad. Por ello no solo se ha mantenido casi la mitad de un siglo en los medios y más que nadie en el mundo en una pantalla encabezando un informativo.
El libro está escrito con agilidad y editado con esmero, siguiendo la secuencia histórica del país.
Los capítulos son cortos y están antecedidos de un resumen que orienta su lectura. Hay una buena cantidad de fotografías. En suma, una obra muy legible de un personaje público de primera línea.