Un amigo me contaba sus angustias vividas, hace un poco más de dos décadas, cuando su esposa estuvo muy cerca de la muerte por causa de una eclampsia, que para entenderlo mejor es una enfermedad de carácter convulsivo, que suelen padecer los niños y las mujeres embarazadas o recién paridas, que va acompañada de la pérdida de las facultades sensitivas de quien la sufre.
Prácticamente estaba desahuciada, los informes decían que tenía apenas un uno por ciento de posibilidades de salvarse; casi no quedaba nada por hacer. Casi, hasta que el amigo logró hablar con un médico intensivista quien, acompañado por un cirujano, la sometieron a la cirugía más delicada y compleja que un paciente pueda imaginar.
Lo lograron, el intensivista y el cirujano usaron toda la experiencia y responsabilidad para salvar la vida de la mujer. Casos como estos hay bastantes, que a nadie le entre ninguna duda que siempre el médico va a actuar de buena fe, con responsabilidad, para eso se ha preparado y especializado, ha dedicado más de una década a estudiar.
La comparación puede resultar burda, pero mejor reputación tienen los médicos que los políticos, pero ellos, especialmente algunos diputados, sufren de un mal congénito: la “importancia”. Especialmente los legisladores se creen mucho más indispensables que cualquier profesional por el solo hecho de haber ganado elecciones.
Está clarísimo que los médicos, así como los periodistas, no han ganado elecciones, por eso su voz o su opinión no tiene peso en las grandes decisiones nacionales. Lo habían advertido por todos los medios posibles, solicitaron al Presidente que se elimine el tercer párrafo del artículo 146 relacionado con el homicidio culposo por mala práctica profesional.
El artículo de marras establece que el profesional será sancionado con cárcel de tres a cinco años si es que la muerte de un paciente se produce por acciones peligrosas, innecesarias o ilegítimas. Cabe recordar que fue el Presidente que en una sabatina expuso el siguiente ejemplo: (la cita no es textual) ‘Cuando el paciente es atendido por un médico en una emergencia o en una cirugía de riesgo, si se salva es “gracias a Dios”, pero si ocurre lo contrario es por culpa del médico’.
Algo ocurrió desde aquel ejemplo presidencial, seguramente a los doctores y a las doctoras que mandan en la Asamblea les importa muy poco lo que está ocurriendo con las renuncias masivas de los galenos y se aferran al arribo “milagroso” de médicos cubanos.
¿Qué entiende un legislador por una acción innecesaria? Se han dado casos que extraer la bala a un herido ha sido causa de muerte, pero dejarla en el cuerpo podía tener el mismo nefasto resultado. Entonces, de hoy en adelante el médico que trabaja en emergencias tendrá que operar leyendo el artículo 146 de la Ley, si no, a la cárcel como cualquier delincuente.